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REPOBLACIÓN RURAL.
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Es imposible
que vuelvan aquellos pueblos de mi infancia y primera juventud, tan llenas de
niños las escuelas, de mozos y mozas los bailes; de mujeres los caños, las
tiendas y las novenas; el trajín de las eras, de las vendimias y lagares; de pares las besanas, de respigadoras por los
rastrojos…; mis queridos pueblos del adobe y el tapial que ahora se arroña, tan
llenos de vida, y de muerte, entonces. No les faltaban curas, ni maestros,
médico, y hasta farmacia, en casi todos. Y herreros, carreteros,
guarnicioneros, esquiladores, barberos…; barros y carámbanos, bodas, fiestas y
funerales; bautizos sin rebatina, y de padrino cualquier muchacho que cogiera
el sacristán por la calle… Aquellos, de
trilliques, agosteros, criadas, mozos de año, cachicanes, sementereros…, de
hambres los años malos, y de senaras, no
volverán.
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Cierto que sería
imposible, pero otra cosa es dejarlos morir del todo (los hay con veinte y
pocos durmientes mayores de setenta años. Ya me contarán lo que van a tardar en
echar el cierre), cuando tienen potencial para fijar unas cuantas familias en
cada uno. Tarde o temprano eso tiene que ocurrir. En un planeta superpoblado con
megápolis donde empiezan a escasear el aire y el agua limpios, no pueden quedar
territorios vacíos, donde, al menos se respira sano y es agradable el hábitat
humano.
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Antes de que
se despueblen del todo, antes de que se caigan casi todas las casas, es necesario
ponerse manos a la obra. Cuando un enfermo está grave se aplica cirugía. En el mundo rural es imprescindible,
tomada conciencia de la situación, crear opinión, mangar el bisturí social y
comenzar a operar. ¿Quién?, ¿Cómo?: Los gobernantes con medidas sociales y de
sentido común.
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Defiendo el
derecho a la propiedad privada siempre que ésta cumpla una función social.
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Pongamos los
pies en el suelo: ¿Qué porvenir le espera a tanta casa deshabitada, ya de por
vida, en los pueblos?
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Conozco
carteles de “SE VENDE” que llevan veinte años. Al final, oxidados, yacen entre
los escombros de la casa caída. ¿Quién va a comprar tanto como “se vende”, no
sólo en las aldeas, sino, incluso en las villas?
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o La situación en la mía es patética. Existen
más del doble de viviendas, (aunque no sé si llamar tal a aquellas casuchas
miserables de los jornaleros) que cuando había el doble de población. Al calor
de la demanda de los emigrantes que retornaban al jubilarse y/o parcialmente en
vacaciones, del boom inmobiliario, de labradores y pastores del alfoz que se
vinieron a la villa, se construyeron casas, pisos, adosados, se rehabilitaron las
aprovechables… Ahora, habitadas todo el año, no llegan ni al cuarenta por
ciento de las existentes. Pongamos otro veinticinco a las habitadas de
temporada. Calculo que, por lo tanto, hay un treinta y cinco por ciento,
puestas en venta o no, cerradas de por vida. Lo más normal es que cada anciano
que fallece o entra en la residencia,
vivienda que se cierra. Y de por vida porque no hay relevo generacional para
ocuparlas.
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Los carteles
de “se vende” pululan por doquier, más los que se han caído de viejos, y las
que se anuncian por internet. Hubo algún caso puntual, de labrador rico de al lado, que pagó una
barbaridad, pero aquello se acabó.
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Los
propietarios no son conscientes de la enorme oferta y de, a esos precios que
piden, nula demanda. Por muy grande y
lujoso que sea el chalet, ¿quién va a pagar trescientos mil euros por él, en un
pueblo de secano y 1.528 h., lleno de casas vacías y despoblándose? Y así
sucesivamente: casas de doscientos…, las que menos cuarenta mil…
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El primer
paso para una repoblación rural sería que, mejor que dejarlas caer, dar
facilidades para habitar tanta casa aprovechable y vacía.
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En el
próximo art., s. D. q., les expondré mis ideas de cirugía social, y de sentido
común.
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