jueves, 13 de noviembre de 2025

UN TESTIMONIO ENTERNECEDOR.

 

                            

Recuerdo de días felices. Ahí estamos con los seis nietos. Edu "pecho lobo". Pinchen para verla grande.

    LES COPIO LA CARTA QUE ME HA ENVIADO EL HIJO MAYOR DE NUESTRA SOBRINA Mª LOLI, desde los Ángeles, en California.

Querido tío Agapito,

Soy tu sobrino-nieto 
Vicente, de la familia de Murcia, aunque yo ahora vivo en California. Hijo mayor de tu sobrina Loli, la de Lola y Manolo.

Te escribo para mandarte mi pésame y decirte que os he tenido muy presente estos días a la tía 
Sari, a ti y a tus hijos, y al resto de la familia. Me hubiese gustado mucho poder acompañaros el jueves.

He leído las tres últimas entradas en tu blog. Al llegar a tu “
dilema de conciencia” me vino a la mente un momento importante que viví con Sari.

Estuvo visitándonos en Murcia–no recuerdo en qué año, era yo muy niño. Iba yo cogido de su mano por la 
Calle de Correos de Murcia. A la altura de la iglesia de San Lorenzo, lo tengo grabado en la memoria, se nos acercó un chico joven muy delgado, demacrado e inquieto, pidiendo unas monedas. Sari se paró a hablar con él y pronto le preguntó si se gastaría el dinero en droga. El chico confesó directamente que sí. Y Sari respondió que no podía ayudarle con eso en buena conciencia, pero que podía comprarle algo de comida. Y así hizo.

En aquellos años había mucha heroína en Murcia, y los niños veíamos a gente pinchándose en los parques y quedarse como zombies. Recuerdo que cuando Sari se paró yo estaba aterrorizado: los heroinómanos eran para mi figuras monstruosas, un peligro del que huir inmediatamente. Sin embargo, Sari trató a este muchacho con especial hospitalidad, respeto y compasión. Y con esto también me ayudó a mí a humanizar a esta persona y a empezar a transformar mi propio miedo en simpatía y responsabilidad; a transformar lo malo y doloroso en algo bueno y alegre.

Como decías, para las personas buenas como Sari ha de haber un cielo, un lugar mejor que éste, que ella ya estaba construyendo en esta vida: transformando lo malo en bueno, trayendo el cielo a la tierra.

Un fuerte abrazo,

Vicente

 

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