Amigos visitantes del blog:
Perdonad os tenga un poco abandonados. Es por culpa de Varo que me está enganchando con sus eruditas disquisiciones históricas sobre Villalpando.
Ahora por la mañana, me tomo un descanso de tubos y aspersores, y me pongo a darle a la tecla.
Hace unos días, Abundio Gallego y servidor, trajimos de Benavente una motoazada para las monjas.
Resulta que un alma buena, Claudio, el suegro de "Dadito" Manrique, llevaba bastantes días doblando el lomo para ponerles en orden la huerta-vergel. Como ya estaba a punto de rendirse ante tanta azada, las convencimos para comprar el motocultor.
Todavía quedaba un buen cacho en piso duro, donde la fresa poco podía hacer. Vino Álvaro con el chisel, y sobre ahí la fresadora lo dejaba "bordao".
Con todo esto pasé un buen rato en la clausura, conversando con Juanita, la sobrina de D, Modesto, Sor Sacramento, me parece se llama de monja, quien me enseñó el estado del claustro y del refectorio, lo último que les falta por arreglar.
Les voy a hacer un poco de historia de esta Congregación de Clarisas desde que tengo memoria.
Mis primeros recuerdos son de cuando mi abuela me llevaba a su iglesia. Recuerdo sobre todo el monumento que ponían por Semana Santa y la Novena de Ánimas, de la que salía "aco....".
Quien quiera saber como era aquello y no lo haya leído, le remito a mis "Crónicas de ayer y de hoy".
Aunque la clausura de estas monjitas sigue siendo rigurosa, no es lo que era, ni mucho menos. Ahora salen a votar. Creo que en el 33 lo hicieron por primera vez. Salen a médicos a Valladolid, Zamora o Madrid, si es necesario. Alguna vez servidor las ha llevado. No hace mucho trasladaba Ignacio, "el demandadero", a cuatro monjitas por Valladolid. Un tío que se saltó el semáforo embistió su coche, aquel color canela, que quedó de siniestro total. Dos tuvieron que ser hospitalizadas. Nuestro hijo Jesús, haciendo prácticas por Valladolid, se encontró con el cuadro de monjitas de su pueblo contusas, desmayadas. Dejó las prácticas y se volcó con ellas, quienes le vieron como si hubieran visto a Dios. De hecho quedaron convencidas, a lo mejor tenían razón, que fue la providencia divina quien les puso allí a Jesús.
En aquellos años de mi infancia y adolescencia creo había cerca de 30 monjas. A las que tenían medios le exigían una dote para entrar. Quienes no, entraban como "legas". De esa "dote" se financiaban los gastos del Convento, también recibían limosnas, además de las depositadas en el "cepillo" para las Benditas Ánimas del Purgatorio, y en el San Antonio,
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