Y ESTALLÓ LA GUERRA.
Vemos,
por las actuaciones de la Gestora nombrada por el gobierno del Frente Popular,
que existía un latente estado de guerra civil, que se mascaba la tragedia.
Todas aquellas multas, incluida la del padre del muchacho anarquista caído en
Vera de Bidasoa, todo aquel autoritarismo, las decisiones sobre la expulsión de
las Hermanas, los cambios en el callejero, el intento de asentamientos en el
Coto y la dehesa, denotan su ideología totalitaria de izquierdas. Vuelvo a
insistir que, a la vista de la pobreza existente en los jornaleros, justifico,
en aquel momento, esa ideología. Y vuelvo a elogiar la ayuda a tanto
necesitado.
Por
otra parte ellos no ocultaban esa ideología: calle de Dolores Ibarruri, de
Galán y García, Barrio Rojo,… Más
adelante con algunos brochazos anecdóticos, les bosquejaré el cuadro de la
tensión que se vivía en el pueblo, en aumento, como en toda España, desde la
proclamación de la II República: tres elecciones generales, cuarenta y pico
crisis de gobierno; dieciocho incidentes violentos, además de la Revolución en
Asturias, más de mil víctimas, en esos dieciocho incidentes, sin contar el más
gordo de Casas Viejas, hubo 37 víctimas individuales en atentados, busquen en
google, viene la de Villalpando, Francisco Gallego, 1 de junio de 1934, tanto
de izquierdas como de derechas.
A
la vista de la deriva que tomó la II República, los intelectuales promotores,
que veían en ella la forma de cambiar todos los vicios del viejo régimen,
pusieron en boca de don José Ortega y Gasset el: “No es esto, no es esto”,
sobre todo a partir del triunfo del Frente Popular. En abril de 1936, don
Niceto Alcalá Zamora, uno de los principales artífices, miembro del Partido
Derecha Republicana, dimite de su cargo, el máximo, de Presidente de la
República; don Miguel de Unamuno, que había conversado con José-Antonio Primo
de Rivera y mostrado simpatía, comienza a ser crítico con la deriva
revolucionaria izquierdista que advierte. Le destituyen del cargo de Rector; ya
en el “veinticuatro” le había destituido y desterrado el dictador con apoyo de
la UGT y el PSOE, Miguel Primo de Rivera; los militares sublevados, Salamanca
en su poder, le restituyen en el cargo. Por eso en concepto de tal, aunque ya
de mala gana, (en desacuerdo con la represión, en algunos casos de amigos
suyos, que los “nacionales” perpetran) asiste, preside en el Paraninfo de la
Universidad, al acto patriótico con motivo de la Hispanidad, 12 de octubre de
1936. Como es de sobra conocido omito relatar el incidente con Millán Astray.
No me callo que llevaba una carta para la mujer de Franco, escrita por la
esposa de Atilano Coco, Maestro de Escuela, encarcelado por ser Pastor
Protestante, pidiendo clemencia. Ya no se la pudo entregar. A Atilano lo
fusilaron.
Las
masas obreras del campo y la ciudad, la Guardia de Asalto, algunos
intelectuales, el PCE, la FAI-CNT, y la mayoría del PSOE, estaban por la
revolución (que en la Casa del Pueblo de aquí ya se discutía cómo se iban a
repartir las tierras). La reacción derechista fue el alzamiento, la sublevación
militar, acelerada por el asesinato, sacado de la cama por Guardias de Asalto,
de uno de los líderes de la oposición, José Calvo Sotelo. Iban, en principio, a
por Gil Robles, pero éste ya se guardaba, y dormía fuera de su casa. Actuaron
en represalia por el asesinato del Sargento Castillo.
Los
militares, en principio, no pensaban derrocar la república, sino imponer un
gobierno autoritario de derechas, no exento de carácter social, que pusiera
orden. Hubo guerra no porque parte de algunos mandos militares se mostraran
fieles la república democrática y liberal, sino por la reacción de las masas
proletarias, de izquierdas, por tanto, que salieron a la calle contra las
derechas y fueron armadas por el Gobierno.
¿Pudo
arreglarse aquello, evitada la guerra? Las cosas venían muy mal y desde muy
atrás. Además el contexto internacional. Pienso en la sociedad de mi pueblo,
idéntica, salvo la andaluza y algo la extremeña, a la del resto de la España
llana. Dijo Galarza en un mitín: “nosotros apoyamos, además de a los
obreros, a los pequeños labradores,
colonos explotados por absentistas”. Igual Antonio Sacristán (PSOE) en la Diputación, cuando pedía gravar
con la “décima” sólo a los terratenientes. Aquí no había cortijos para caza.
Todo se labraba incluso las míseras tierras ahora de pinos.
Hubiera
hecho falta mucha generosidad, mucha tolerancia, mucha comprensión, mucho
diálogo; muchos valores humanos… Desatada la
tormenta, estallado aquel polvorín social, emerge, como en todos los
conflictos, lo peor de la especie humana: los odios, las crueldades, no
identificables, en exclusiva, con las unas o las otras ideologías. Para
entendernos: buenas y malas personas había, hay, en las derechas y en las
izquierdas (si lo sabrá quien al significarse contra la corrupción local,
recibió agresiones de elementos que representan lo peor del espectro diestro y
siniestro, que se unieron para ponerme una querella falsa) si bien, las mejores
estaban, están en el centro, quiero decir: las reflexivas, las que huyen del
sectarismo, las que poseen valores humanos (honradez, espíritu de trabajo, de
sacrificio, austeridad, solidaridad, empatía...)
No es tiempo, como en el “treinta y siete”, Chaves Nogales dixit de “Héroes, bestias, ni mártires”, sino de reflexivos, ecuánimes, justos.
Son anacrónicos, en general, los calificativos de fascistas, fachas (la "fachosfera" Sánchez dixit). El calificativo rojo, del que en sus orígenes se sentían orgullos los de izquierdas, como hemos visto en Villalpando, indica bien a las claras sus ideas totalitarias soviéticas. Rojo es sinónimo de comunista, anarquista, socialista extremo.
Seguiré, s.D.q. con la serie en la que trato de corregir la interesada tergiversación histórica, llevada a cabo por inmorales que buscan avivar resentimientos en beneficio propio. Hablaremos de la Gestora de Derechas.
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