SER CRISTIANO.
Mi Navidad hogareña, familiar, sin excesos, gozando de mis nietos, “Nes”, que ya va “al tole” con la "tochila", su hermanito “Pelopincho”, mamoncillo quien, así me ve, sonríe y “me compromete” para que lo coja y juegue con él; el Pepo, un jato fornido, e intrépido motero de dos años, reanima mis raíces Cristiana. Quedan otros dos grandones, consumidores de libros, y video juegos, más un sexto a punto de llegar.
Ávido ante las dudas de cualquier persona honesta y reflexiva, de inclinar el platillo de la balanza hacia el lado de la fe, leo, escucho, observo comportamientos, que me ayuden a ello.
La humanidad, que avanza a trompicones, sigue aquejada de antiguos males reavivados con extremo furor: fanatismos y dogmatismos medievales, el Islamismo sobre todo, que no resisten la más mínima e inteligente reflexión: ¿a qué Dios le van a agradar las mutilaciones genitales de niñas, el burka, las lapidaciones y el morir matando?. ¡Pues anda que la bobada de las vacas sagradas de la India campando, cagando y estorbando en las ciudades entre parias muertos de hambre....!. Lo religioso sería transformarlas en filetes para los hambrientos.
Lo paradójico es que la progresía, a quien le estorba el crucifijo en la escuela, mire para otro lado, admita, tolere esas practicas esos comportamientos sumamente retrógrados. Y encima intentan justificarlo con lo de la “alianza de civilizaciones”.
El mensaje navideño, “Paz en la Tierra a los hombres ( y mujeres. ¡Anda que no era machista el ángel. Si lo agarra Bibiana lo escojona),.............”, aunque sobado, baboseado, no cumplido, sí que tiene vigencia. Eso es Cristianismo porque la paz y la buena voluntad suponen: justicia, hermandad, caridad, (o, al menos no hacerle putadas al prójimo) humildad, y todos los “ad” queramos añadir. Entre otros el de austeridad en estos días.
Pero es que, incluso en las personas que van a la iglesia, adonde ojalá fueran más, con sinceridad, en la practica religiosa, ¡cuánta vanidad, hipocresía, hojarasca, folclore en el mejor de los casos.....!
¿Qué es si no la procesión de “La Purísima” en mi pueblo?: “vanidoso, decrépito y pellejeril desfile de nutrias y visones, presidido por las autoridades, de mujeres cargadas con las pieles cual gallinas mantudas”.
¿Qué si no las oncológicas cenas benéficas donde lo que motiva a la organización es el figurar y aparecer en el periódico?. ¿No sería más ético, y Cristiano, donar los 20 euros de la cena en su totalidad a la organización, a la chita callando?. O estar al lado de algún enfermo/a que no tiene a nadie en viajes, consultas, operaciones?
¿Cuánto hay de folclore e hipocresía, mezclado con algo de fervor religioso y tradición popular en las procesiones de Semana Santa?.
Esos, y otros muchos comportamientos más canallas, desaniman, desmoralizan. Es entonces cuando uno recurre a los buenos ejemplos, a tanta gente abnegada, religiosa o no, de antes y de ahora, al altruismo que en el mundo sigue existiendo, al recuerdo de las Navidades de la infancia, tan pobres como hogareñas, religiosas e incluso solidarias: compartíamos escaseces; es entonces cuando uno recurre al “Gregoriano”, a Mozart, a Bethoven, a la sonrisa de Nes, Pepo y Pelopincho, a los Villancicos de mis “Clarisas” de al lado, a su cantarina campana, y el alma se llena de luces, de paz, de ternura.
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