Cuando esta mañana Pablo me dice:
-¡Se ha muerto Palomo!, me dio “una vuelta el cuerpo”, (si le he visto hace
tres días en el Paseo) como le ocurrió a
él, hace bastantes años, al entrar en el Cementerio, en su diario trabajo, y se
encontró que habían robado el Cristo de la capilla: -“Me dio una vuelta el
cuerpo y me temblaban las piernas”. Alejos, a ese Cristo, y al de la Pasión los
veneraba. Me emocionó ver el crespón de la cofradía sobre su féretro. Alejos fue de esas personas que a uno le ayudan a tener fe. Vivió unos años antes que yo la pérdida de una hija (ademas un niño pequeño) en la flor de la edad, de su esposa Isabel. Todo lo aceptó con admirable resignación, con la fe de un hombre sencillo de enorme categoría humana.
¿Cuántos ayes lastimeros no sacó a las campanas de San Pedro doblando a muerto, o los Viernes Santos, cuando el muerto era Jesús de Nazaret? Él sabía distinguir el tañer de si el difunto era hombre o mujer. ¿Cuántas veces no las repicó jubilosas llamando a misa, en las procesiones..?
Alejos, personaje popular y
querido en el pueblo, se ha ido en un mayo criador, como a él, labriego
terruñero, le gustaban. Me encantaba escuchar sus relatos: -“estando yo de mozo
de año ancá Calixto, me mandó ir un “doce”, como por ahora sería, a Zamora a
vender la yegüa. El día antes, porque me mandó él, la segué una carga de
alfalfa, pa que pareciera que estaba preñada. Salí a las tres de la mañana. Por
Aspariegos se fueron quitando las estrellas, pero empezaron a levantarse “unos
burros”, contra Zamora, que le dije al compañero: ¿a que nos cala? Cada vez más
negros. Por Monfarracinos nos puso como una sopa. Menos mal que, ya en Zamora, “Pelesín” había
preparao buena lumbrada”.
Amante de nuestro lenguaje coloquial
en vías de extinción (¿Quién sabe ya qué es un collerón, una zufra, un
francalete; una viesa, un barrial, un amoroso; la fanega, la hemina, el costal,
el cuartal..? ¿Quién emplea en su conversación, “endenantes”, “cabe igual”, “corvejón”,
“al consonante”…?) sus relatos me encantaban. Fue un campesino sabio, como el
Sr. Cayo delibiano. Ya de mozo él “rutiaba” los pellejos de gato para forrar
las pelotas. Anduvo unas temporadas todavía con las mulas, ajustao de mozo de año, con el
dicho Calixto y Aquilino Álvarez en San Martín; por lo menos otro año andaría
an cá las “Gallegas” y en casa de mi suegro, cuando se marchó el hijo. Ponía
las moleras como velas, y componía los carros de bálago hasta con dos vueltas por
encima de los armajes…
Aprendió a tractorista con el
tractorillo aquel de mi tío David. La de horas que echaría con aquel Barreiros
grande mata tios an cá Peliblanco. Acabó su vida laboral de empleado municipal.
Conoce bien el lugar donde van a reposar sus restos. Daba señal de todas las
tumbas.
Polifacético igual sembraba a dos
manos que sangraba, chamuscaba, rallaba, abría, sacaba las tripas a los
marranos; los destazaba al día siguiente; y no dejaba que nadie condimentara
las chichas, ni desurdiera las mantecas, ni pusiera en sal tocinos y jamones, ni atara los chorizos, ni
echara costillares en zuza…
Amigo Alejos, siempre como el
perro y el gato en el juego de pelota, siempre amigos: ¡¡¡¡SAAAAALVE VIRGEN DOLOROOOSA!!!
¡¡¡DIOOOS TE SALVE A TI
LLAMAAAMOS!!!
¡¡¡¡OOOH MADRE TODA PIEDAD!!!
¡¡¡¡PAAARA QUE SEAMOS
DIIIIGNOS!!!
Gracias por tus palabras Agapito, soy el nieto.
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