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domingo, 5 de julio de 2009

EL HOMENAJE.

¿Qué les voy a decir?. Resumiendo en una palabra: ¡PERFECTO!.

Las vidas truncadas, (los que tenían 17, 18, 22 años, aún podrían vivir. Quedan de sus quintas), no se les pueden devolver, el dolor de las familias, imposible rehacer. Pero, al menos, los hemos rescatado del olvido. Sus nombres, si no sus huesos, están en el mismo Cementerio que los de sus padres, hijos, hermanos. Unas llamitas arden en su recuerdo. ¡Por fin les podemos llevar flores!.

EL ACTO: La presentación, por parte del Alcalde, fue de una digna, sencilla, emotiva calidad.

Esther González, tan integra que, incluso tuvo la valentía de ser crítica con una administración de justicia de la que ella forma parte.
Después, al finalizar el acto, cuando ya íbamos quedando pocos, la saludé. Habíamos conversado, hacía tiempo, pero por teléfono. Apoyándome en su crítica, tratándola de usted, guardando todas las distancias y todos los respetos, le dije que en la pervivencia de las situaciones de caciquismo, en esta provincia, en este pueblo, con presuntas irregularidades notorias y conocidas, había colaborado la Audiencia Provincial de Zamora. No rechazó la afirmación.

Emilio Silva, nieto de Emilio Silva Faba, un hombre autodidacta quien, a base de esfuerzo, de emigrar y regresar, tenía un comercio importante en Villafranca del Bierzo, militaba en el PRRS, igual que mi abuelo, daba fiado a los pobres, defendía, en un semanario local, las ideas de igualdad, de justicia, siempre dentro de una república democrática, asesinado por ello, por ser bueno a manos de la misma gente del pueblo,....; Emilio Silva, nieto, fundador, junto a Santiago Macías de la ARMH, resaltó su labor de, al rescatar huesos de la tierra, quitar la tierra que se hechó sobre la memoria de las víctimas.

La locución de Josefina Fernández Lobato, hija de Armonía, nieta de Gabriel Lobato, asesinado junto a su hermano Aurelio, tuvo la profundidad de las lágrimas destiladas, convertidas en diamante: ¡ni un reproche, ni una condena a nadie, ni el más mínimo rencor...!.¡Sólo eso!: la confidencia de la pena llorada dentro de casa, y el impulso, la necesidad vital que desde años le ha llevado a recuperar los huesos de los dos "Mecos", y a rescatarlos del olvido, junto a los demás, a grabar, para siempre, en piedra sus nombres.

De Álvarez Junco, "Pepito el del Registrador", les podría contar tantas cosas en el pueblo desconocidas. El día que alguien se dedique a resaltar más las virtudes de los villalpandinos de la cultura que de los de la farándula, este pueblo ganará calidad humana.

Don José Álvarez Junco, Doctor, Catedrático de Universidad en USA, en España, autor de los libros de pensamiento político, "Mater Dolorosa", "Lerroux,........", etc., poseedor de prestigiosos galardones, ex- Director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, independiente (podría ocupar algún Ministerio si se lo hubiera propuesto, pero no ha querido perder su independencia), acostumbrado a disertar en tantos y grandes foros, confesó que hablar "en su pueblo", le producía una emoción especial, un nudo en la garganta. Begoña y Paloma, me confirmaron esa emoción que noté.

Estuvo sublime, didáctico, adaptándose al auditorio. Fue el suyo un mensaje de civismo, un sermón laico, animando a la práctica de los valores éticos: la libertad, la justicia, la tolerante democracia, para que (algo casi imposible que ocurra dado el cambio social y económico experimentado por la nación) no se repita aquella situación de barbarie por parte de lo peor de cada bando, donde mataron a personas, citó textual, "por ir a Misa", y en el otro por "no ir a Misa". (Aunque la cuestión religiosa no fuera, en exclusiva, el motivo de enfrentamiento).

Este acto de Villalpando ha sido excepcional. He asistido a otros de este tipo. Inevitablemente surgen las acusaciones, los buenos, los malos, los democrátas, los totalitarios, las derechas, la izquierda,..... Aquí ni se ha pronunciado una sola de estas palabras, no ha habido ni una acusación, ni un reproche, ni un mal gesto. Como dijo Pepe, aquí cabe todo el pueblo, vote cada uno a quien quiera. Por si quedaban secuelas "este es un acto de reconciliación", en esta democracia consolidada. La Corporación Municipal, con excesivas cautelas, ha dado ejemplo al votar en pleno, por unanimidad, el apoyo al homenaje.

Lo del cementerio, fue tan hermoso que pienso, por no hacer esto tan largo, se merece otro capítulo.

1 comentario:

  1. EL ACTO EN EL CEMENTERIO.

    Sobre la pared del fondo, del pasillo central de la izquierda, está colocada una gran placa, asentada sobre una hornacina, decorada con un sol de hierro. En ella, esculpidos, los nombres de las veintiocho víctimas, por orden alfabético de apellidos, y la edad cuando les segaron la vida. El mayor, el señor José Gallego, tenía 59 años. El más joven, Pedro García, 17 años.

    Con música clásica de fondo y respetuoso silencio la placa fue descubierta. Después una voz iba nombrando a cada una de las víctimas, y algún familiar depositaba un clavel.

    Aquello más emoción no podía tener. Hasta hace poco, todavía quedaban cuatro hermanas de víctimas. Fallecida Teresa Cifuentes, hace como dos meses, un poco antes la esposa de Alejandro Argüello, aún quedan dos, Vitoria Gil "Manoja", y Clara Álvarez. Ésta allí estaba. Llorosa depositó el clavel en recuerdo de su hermano Toribio.

    Los demás, nietos, sobrinos. Y ¡también! hijos. Cuando vi a Serapio, mi niñero, como de mi familia, tan ancianito, con su hermano José, no pude contener el llanto. Estaba también la hija política de Claudio González, llegada desde Valencia.

    Y Chon, "La Campanera". Y Armonia, en silla de ruedas, hija de Gabriel Lobato. Su hija Josefina, le ha dado la satisfacción de que pueda llevar un clavel a su padre.

    Al final versos sentidos. Un magestuoso minuto de silencio, que me supo a muy poco, calando en mi alma las notas de la partitura clásica.

    Luego los saludos, las lágrimas, la convivencia; con una simple agua o refresco para mitigar la sed de la larga tarde. Todo justo, sobrio, medido, austero, fraterno.

    Si con tres palabras hubiera que definidirlo diría: paz, reconciliación, fraternidad.

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