Teresa Cifuentes Veledo.
En mi móvil, hará como una semana, tengo una llamada perdida suya. ¿Sería para despedirse?. Iba a llamarla, pero la vi ese mismo día, al salir del funeral por Marcelina. Le di un beso con todo el cariño que por ella sentía. Posiblmente pensara que el próximo funeral sería el suyo, lo que no perturbaba su ánimo.
En su personalidad, llena de valores, destaco su valentía, su entereza, su serenidad. Con toda la naturalidad del mundo me contaba que su corazón sólo funcionaba al 10%. En mi última visita la fatiga casi no le dejaba hablar. Pero no le escuché una queja, un lamento, ni la más mínima preocupación por su persona. Me preguntaba por cada uno de mis hijos, de mis nietos. Estaba al corriente del nacimiento del chiquitín,.....de todo .
No voy a repetir su tragedía familiar, cuando ella tenía 12 años. Está en el libro "Víctimas de la guerra civil en Villalpando", aunque ahí, de forma escueta. Además de eso, ¡me contaba ¡ tantos pormenores dolorosos....!. Los dejaré en mi recuerdo.
Ella todo lo superó, y no odiaba. Bien podía ir a Misa, a diario, ya de jubilada.
Daba gusto conversar con Teresa. Era persona inteligente y, aunque no estudió, (cómo para estudiar estaban las cosas cuando ella era niña) culta autodidacta, gran lectora.
Esa inteligencia, esa capacidad de trabajo le permitieron, desde cría la subsistencia de su familia con su trabajo de modista, que aprendió por su cuenta. Su padre enfermó pronto de larga e invalidante enfermedad: Teresa lo cuidó, igual a la madre, que sí llegó a anciana, siempre doliente por el recuerdo de la hija arrebatada de sus brazos.
Su taller de modista fue, al tiempo, academia de enseñanza, por el que pasaron generaciones de muchachas, que aprendían corte y virtudes.
Su corazón llevaba años pachucho. Ella lo cuidaba en sus largos madrugadores paseos, casi de noche en invierno, junto a Vicenta, y Servilia después, por la carretera de Zamora, por la misma por la que llevaron a su hermana.
Amiga Teresa. ¡Gracías por tu amistad!. ¡Gracias por tu ejemplo!. Quiero aprender de ti esa paz, esa entereza, esa serenidad con que te curtió el sufrimiento desde niña.
Te agradezco las palabras que dedicas a la memoria de Teresa, lastima que no haya podido ver el homenaje que se dedicara a los fusilados de la Guerra Civil (si se llega a hacer) y que no vea el nombre de su hermana escrito en una placa, eso habría hecho que pasara pagina de un episodio tan doloroso de su vida.
ResponderEliminarYolanda Allende Cifuentes
Estoy intentando transcribir el correo que me ha envíado Josefina, no lo he conseguido: me cuenta su dolor, cómo ha llorado cuando supo la noticia, al recibir mi mensaje, el de Paloma Aguilar,..
ResponderEliminarMe cuenta que el domingo anterior habló largo rato con ella, le puso al corriente de todas las novedades del pueblo, entre otras, del nacimiento de nuestro sexto nieto.
Le respondo que yo también me acuerdo mucho de Teresa; que al pasar por su casa me parece estarla viendo tras los visillos. Que mientras alguien lo recuerde nadie muere del todo.
Que si lee este blog, verá cmo crítico los defectos de muchas gentes del pueblo, sobre todo el de la hipocresía, que se manifiesta en el cumpli-miento de ir a los entierros a "dar el pésame". En el entierro de Teresa no fue así, los que estuvimos (muchos menos de los que debieron estar) íbamos de verdad, "por ella", porque la queríamos. Aparte de acompañar a los sobrinos, a tu hermana Julia, que es un encanto.
El homanje ya está fijado para el 4 de julio. Espero verte.
Un saludo.