María Isabel Benayas Calindo Premio al Docente 2008
María Isabel Benayas con su clase de 6º de primaria del colegio "Juan XXIII". Foto Javier de la Fuente.
«He obtenido, con mis alumnos y alumnas, un total de 104 premios, quince de ellos nacionales, que representan la recompensa al trabajo bien hecho»
ANA MARÍA CAVERO. Su fructífera trayectoria profesional le ha merecido a Marisa Benayas el Premio al Docente 2008 concedido por la Fundación Milenio, la Unión Regional de Cajas Rurales de Castilla y León y la Junta de Castilla y León. - ¿Cómo nace su vocación por la enseñanza?- Ha sido siempre innata. Probablemente la admiración que sentía hacia mi maestra, Elisa Mercedes Fiz, fue un factor determinante. El hecho de tener contacto con los niños y poder formarlos me encanta. Es verdad que los medios cambian y los elementos varían pero los niños irradian la misma ilusión siempre. - ¿Mirando hacia atrás como recuerda sus años de estudiante?- Los niños del mundo rural lo teníamos muy difícil para acceder a los estudios pero yo coincidí con una maestra ejemplar, dedicada totalmente al mundo de la educación con métodos muy innovadores , y ella condicionó que yo obtuviese una beca del Principio de Igualdad de Oportunidades. Con 10 años vine a Zamora interna al colegio Corazón de Jesús y luego hice el bachillerato en el Instituto Claudio Moyano. - ¿Qué vivencias destaca de su paso por la Escuela de Magisterio?- Recuerdo mi permanencia en la Escuela de Magisterio como algo vivido con una ilusión enorme. Fui totalmente feliz porque sabía que iba a ser maestra y tenía la posibilidad de hacer realidad el primer gran sueño de mi vida.- ¿Con tan sólo 20 años se enfrenta a su primer destino?- Primero estuve un par de meses en el colegio Miguel de Unamuno, en la localidad salmantina de Peñaranda y posteriormente me destinaron a la escuela de Cional en la comarca de La Carballeda donde coincidí con un compañero del cual aprendí muchísimo, Marcial Avedillo, una persona valiosísima. Recuerdo que hacíamos muchas actividades al aire libre, incluso fuera del horario escolar, y también obras de teatro. Teníamos muchas ganas pero también es cierto que había más tiempo.- ¿Y mayores carencias?- Sí, por ejemplo no teníamos la cantidad de libros que tenemos ahora pero la ilusión de todos suplía con creces la carencia de medios. Recuerdo que mi compañero, con madera de álamos que cortaba con los niños, hizo el potro para las clases de Educación Física o las porterías de fútbol, porque no había ninguna dotación de material. - ¿De los distintos centros en los que ha trabajado en cuál se ha sentido más a gusto?- Donde tal vez me he sentido más identificada, porque daba Ciencias Sociales, una asignatura que siempre me ha encantado, es en el colegio comarcal Gabriel y Galán, de Villanueva del Campo. Ahí trabajé 14 años y es una época que recuerdo con mucho cariño porque además coincidí con magníficos profesionales como Santiago Martín , Agapito Madroño y Miguel Vicente con los que hicimos un equipo de trabajo excepcional. Y eso que trabajábamos con chicos de 14 años, con clases de 38 alumnos, pero estuvimos encantados. - ¿Su labor docente no ha pasado desapercibida pues ha recibido muchos premios?- He obtenido, junto con mis alumnos y alumnas tanto del Gabriel y Galán como del Juan XXIII, varios premios Hasta final del curso 2007-2008 han sido un total de 104 premios, quince de ellos con carácter nacional. Algunos nos han supuesto una importante dotación económica, otros la posibilidad de realizar extraordinarios viajes pero todos han sido un refuerzo para el aprendizaje, un incremento de la motivación, una superación o simplemente un gozo con el trabajo bien realizado.- ¿De todos ellos cuál destacaría?- Es difícil pero recuerdo con particular emoción lo felices que nos sentimos, mis alumnos de 7º del Gabriel y Galán y yo, cuando conseguimos el Premio Nacional "Alimentos de España" en 1992. Fuimos a Madrid a recogerlo de manos de Pedro Solbes, quien en aquel entonces era ministro de Agricultura, y todo el colegio estaba muy pendiente del acontecimiento. Además, con la dotación económica de un millón de pesetas pudimos visitar la Expo Sevilla. Mis alumnos también han ganado cuatro veces el premio FIES "¿Qué es un Rey para tí?" lo que nos ha dado la oportunidad de ir a la Zarzuela y conocer al Monarca. Y, en los últimos cursos, con mis alumnos del Juan XXIII, en siete ocasiones hemos conseguido el Premio Ejército. Observar las caras de mis alumnos en aquellos momentos de gozo es una de las más deliciosas recompensas. - ¿Qué diferencia a la escuela de antaño con la de hoy?- En positivo destacaría la mejora evidente de los medios. Hoy hay mucho material, las bibliotecas están muy bien dotadas y ni qué decir del uso de las nuevas tecnologías. Pero además hay más apoyo para los alumnos con necesidades especiales. Sin embargo, la ilusión y el apoyo de la sociedad hacia el maestro ya no es el mismo, y antes el ambiente era más idóneo. La disciplina se ha relajado y quizás lo que hace falta es una mayor exigencia. - ¿La figura del maestro está desvalorizada?- Creo que sí, o por lo menos no reconocida en su justo equilibrio. Actualmente hacemos más hincapié en asuntos de disciplina, de orden, que antes ya venían dados. El buen ambiente ya estaba hecho antes de entrar en clase, había ganas por parte de los alumnos y de sus familias, mucho interés y respeto por el maestro. Sin embargo, yo sigo entrando a clase siempre con la ilusión del primer día.
Poca gente en Villalpando conoce a Marisa Benayas Galindo. Puede que de vista. Viene de prisa y corriendo, sobre todo antes, cuando además de la escuela, cuidaba a su madre, a su tía, a su hermano, en un Seat ¿Ibiza? blanco, con una lista roja, del año 87, y asientos tapizados con esteras de espadaña.
ResponderEliminarCuando hablo de ella, siempre he de decir: -¡Si hombre!: la hermana de Isidro, el de Villárdiga.
Con serlo, no es lo más importante el montón de premios que cuenta la entrevista, sino su abnegación y su capacidad de trabajo, su faceta humana, al margen de su profesionalidad.
Lo de la profesionalidad es "acojonante".
Cada vez que nos vemos siempre le pregunto: -"Ponme al corriente de los últimos premios desde el otro día". Ha publicado un precioso libro de relatos con sus vivencias infantiles, con sus alumnos otro de poemas y dibujos.
Durante nueve cursos fuimos compañeros de Colegio y de viaje en Villanueva del Campo. Me cita como miembro del equipo que daba clasa a alumnos de 7º y 8º de E.G.B. . En ese equipo yo fui un alumno más. Mucho aprendí de ellos: de Miguel Vicente Molinero, de Santiago Martín y de Marisa Benayas. Ahí fue, preparando las clases,con los textos de Lázaro Carreter, donde adquirí un dominio del Lenguaje y la Literatura.
Marisa nació en familia humilde. Idolatraba a su padre, Arcadio Benayas al que perdió a los 18 años.
Ella ya lo cuenta, pero no del todo: era cría inteligente, tuvo la suerte de una buena maestra, y consiguió becas. Así estudió con buenas notas.
A pesar de tener su plaza en un Colegio de Zamora, desde hace bastantes años, sigue viviendo en Villárdiga, porque había de cuidar a su madre, a la hermana de su madre, (ambas murieron muy ancianas y sin faltarles de nada, sobre todo comprensión y cariño), a su hermano. Y porque es amante de los pueblos, del suyo en particular, porque es una ruralista militante.
Marisa merece un homenaje. Como profesional ha recibido un montón. El homenaje de justicia a su calidad humana, deberíamos dárselo sus paisanos, los terracampinos zamoranos aquí, en Villalpando, cabecera de su comarca, a la que tanto quiere la hermana de Isidro, "el de Villárdiga".
Conozco un poco a Marisa y la admiro y le tengo cariño.
ResponderEliminar¡enhorabuena Marisa por ser tan buena persona y tan buena maestra!
María Isabel Benayas Galindo, ¿tiene alguna relación familiar con los Benayas (Salustiano, Bonifacio, Blas, etc..) de Villalobos, nacidos allí hacia 1890, que luego vivieron en Guadalajara?
ResponderEliminarNo he podido contactar con Marisa, ni con su hermano, con quien vive. He hablado con otra persona, de las mayores del pueblo.
ResponderEliminarConfirma mi noticia de que el padre de Marisa, Arcadio Benayas, era de Villárdiga. Nació hacía 1914. Fue combatiente en la guerra civil. Nunca la he oído comentar su ascendencia de Villalobos. Creo nada tienen que ver con el linaje Villalobino del que usted habla.
No obstante puede ponerse en contacto con ella. 980.660898.
Un saludo.
Muchas gracias, Agapito.
ResponderEliminarUn saludo
Javier
Puedo confirmar lo buena persona que es, toda su vida a sido una entrega a los demás, sus alumnos, su madre, su tía, su familia, ha sido condecorada como la mejor profesora de Castilla León.
ResponderEliminarPero os tengo que dar una mala noticia, tiene un cáncer de Colon y la pobre esta ingresada en el hospital de Zamora, yo estoy intentando ponerme en contacto con ella y no lo consigo es muy joven y no entiendo como nos tienen que arrebatar una persona tan buena y tan querida, estoy muy triste.
Tendríamos que realizarla un Homenaje y agradecerla todo lo que ha hecho por la gente, estoy abierto a sugerencias, mi correo es vvaldess@gmail.com, si tenéis alguna idea me lo comentais
Amigo Victor: Marisa está ingresada en el Hospital Recoletas de Zamora, donde, es lo único que le pueden hacer, le aplican cuidados paliativos.
ResponderEliminarHa aguantado en su casa, haciendo la comida para Isidro, ella prácticamente ya no comia, hasta el borde lo imposible. Nada más llegar, le extrajeron seis litros de líquido del vientre. Ayer, a duras penas, tomó un caldito. No fue capaz de tomar un yogourt.
El único, y mejor homenaje que podemos hacerle, es el de visitarla, acompañarla. Estuve ayer y volveré mañana, s.D.q. .Casi no le sale la voz del cuerpo, pero aún así me pregunta sobre qué escribo, etc.. Y le cuento, le cuento. Lo agradece. Es consciente de su estado, pero no se queja. Se mantiene entera.
Creo que es conveniente, antes de visitarla, llamar a Isidro.
De todos modos es ahora cuando Marisa necesita las muestras de afecto. Dárselas después a Isidro, es, simplemente, cumpli-miento.
Un saludo.
Mi mejor profesora
ResponderEliminarTengo muchos recuerdos suyos, cuando le enseñábamos aquello de los ordenadores en los años 80 siendo niños y lo que nos reíamos de cómo veía una persona inteligente aquello desde el otro lado de orilla. Como éramos familia pasaba mucho tiempo en casa y nosotros menos en la suya, al final no me pude despedir en persona de ella por 15 metros por la noche que me separaban de su silueta sentada en su casa de aquel verano, sólo hablamos por teléfono si se vendría a tratar en Madrid, que se podía quedar en mi casa pero estaba resignada
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