LOS NIÑOS DE LA ESCUELA DE D. JOSÉ Y D. BENIGNO.

Uno de estos es Teofilo Quesada Zamora. Su padre, Teofilo "el Pradeño", fue una de las víctimas de la guerra civil en Villalpando. Estaba recién casado cuando estalló. Dejó una esposa joven y un niño de pecho al que vio solo una vez, de meses.
Vivió con su madre, María Zamora, quien tenía un estanco en la plaza, en una casa muy cerca de las traseras de "las monjas", hasta que emigraron a León.
Hace unos días ha contactado conmigo por correo electrónico para pedirme dos libros. Hemos intercambiado unos cuantos E-meil, o como se diga, y ha empezado a recordar a sus amigos de la infancia, con los nombres de niños, a los maestros, etc. Yo le he añadido los apellidos y detalles de sus vidas y residencia. Todos fuera del pueblo: Evencio, Luis "Porretica", Franquito, D. Benigno, D. Eloy, D. José, Concha Castañón, José-Antonio, el de Venancio; Eloyuco, los Astudillos, Marilena y Toyi Cossio, Mari Chari, Sor Consuelo, Chabolo, D. Modesto, D. Cayo, Antonio "El Sastre", Marcial Villasante.
A él se le ha ocurrido un reencuentro en Villalpando de los que tengan ahora alrededor de 70 años: los niños de las "Escuelas de Villa" en los años del hambre.
Se admiten sugerencias de cuál podría ser el programa, y de si se admiten mujeres, "conyujas" y villalpandinas.
Él ya tiene correos postales de unos cuantos y se va a dirigir a ellos. Pensamos en los nacidos del 35 al 41. Él colgará, como comentario a este mensaje su dirección de correo electrónico.
Su dirección postal, para todos los que quieran apuntarse por carta es la siguiente:

TEOFILO QUESADA ZAMORA.
C/ Quevara 12-4º -B.
39001 SANTANDER.
(Cantabria).




NECROLÓGICAS.
Hoy ha habido dos entierros.
Por la mañana el de DEMETRIO REDONDO HERRERO. Este señor había cumplido 94 años. No sé si alguien aquí lo conocía. Creo llevaba en Oviedo desde antes de la guerra. Allí tuvo un "chigre". Pero aquí tenía sus raíces, y los tres hermanos que le quedan: la mujer de Teo "Forrús", suegra de Beni; la esposa de Fernando, "el de la Luz"; y Maxí, esposo de Teodora Blanco.
Recuerdo remotamente al padre, el señor Hermógenes, un hombre pequeño que trabajaba en casa de Luis Mazo.
De esta familia el más conocido fue el señor Primitivo, practicante y barbero, el padre de Primi, esposo de Almudena. Había otro hermano, llamado Modesto, que también vivió en Oviedo.
A su madre la mató una exhalación cogiendo legumbres, o atropando. El rayo cayó en la hoz y la fulminó. Eso fue el año 1930. Maxi, el pequeño, tenía 3 años. La señora Sandalia le llevó con ella a Francia, hasta los 6. De Villalpando a Valladolid hizo el viaje, él solico, en el coche de línea.

Por la tarde AMELIA ALVAREZ AÍNSE, esposa de Alejandro, "El Miedo". Llevaban ya unos años en la Residencia, pero todos los días iban a su casa. Era enternecedor verlos pasear agarradicos por las calles del pueblo, ella ya temblorosa y malica agarrada del brazo del marido.
Era una de las pocas hermanas que quedan de los fusilados en la guerra. Una cosa es lo que pretendía Garzón, y otra que aquí se esté derogando tanto la justa petición de los familiares de que les autoricen a instalar un monolito en recuerdo y desagravi0. Algo de justicia.

Ahora mismo esta "de cuerpo presente", PEDRO HERRERO SAN ROMÁN, Pedro "Carnaval". ¡Cuánto le quería yo a este hombre!. Era tan cabal, tan buena persona. De la misma raza de los de antes, de las gentes buenas de mi pueblo: pastores, jornaleros cavadores de viñas verdejas, labrantines austeros y sufridos.
Un hombre trabajador que jamás hizo daño a nadie. Desde que murió su mujer no volvió a pisar en el café. Se pasaba el día trabajando en el huerto, junto a la nave y casa de sus sobrinos Antonio y "Carreño". A mi me admiraba su resistencia física con más de 80 años. Echaba muchos parlaos con él. ¡Si le vi tan bien un día en septiembre cuando le dí unos melones....!. Estuvo achuchao en el invierno. Lo visité. Pero incluso después, en el verano, algún día lo vi por el huerto...
Aun sin hijos no le ha faltado la atención y el cariño de su sobrina Marisa, de Antonio, de su hermano Atanasio,. . . . . . .
¡Adios amigo del alma!.