jueves, 27 de febrero de 2014

LA INTELECTUALIDAD VILLALPANDINA, Y GENTES DE VALOR.


                               LA INTELECTUALIDAD VILLALPANDINA, Y GENTES DE VALOR

                Ya saben que no soy dado a exaltar lo propio, y mucho menos “las glorias” pretéritas locales, sobre las que mantengo una postura crítica. Quizá como reacción contra los nacionalismos fanáticos, que son aldeanismo de campanario, huyo del “villalpandinismo”, del “zamoranismo” (que, además, tan poquita cosa somos), incluso del “castellanoleonismo”.

                Ahora bien: ello no conlleva que ignore lo positivo, y que no sienta la satisfacción de tener paisanos merecedores de elogio, de ser mentados, por sus cualidades humanas, por su sabiduría. Eso es lo que a continuación voy a intentar glosar.

                Advierto que de cada uno no escribiré una biografía completa, sino un bosquejo de breves y gruesos trazos, y que en la presentación de las personas seguiré un orden, más o menos cronológico, y no comparativo.

                Empiezo por el PADRE LEONCIO, Herrero Núñez, hermano de mi tía Lola, hijo menor del Sr. Benigno, “El Panadero”. Ha dedicado su vida, desde el año 1954, en que llegó a Buenos Aires, a sacar de la miseria a miles de niños que rebuscaban basura en el inmenso basurero de Villa Soldati. Allí ha creado los hogares y las Escuelas de Fátima, donde han recibido formación humana y profesional, miles y miles de niños y niñas. Si bien mal aprovechada por algunos, como los ejemplares que nos llegaron acá, aunque sabemos que son la excepción, que ovejas negras hay en todas las partes.

                Esa obra social y Cristiana era visitada con cierta frecuencia por el Cardenal Bergoglio.

                Uno de mi quinta: ÁNGEL INFESTAS GIL, “Ángelito el Panadero”, componente de la mara de la puerta villa con Mele, Paco “El Churro”, y Teíco “Culines”, terror en juegos y  escuela. Le pescaron los Capuchinos del Pardo en una de aquellas redadas de principio de los cincuenta. Vivió con sinceridad la profesión religiosa. Asistí y recuerdo la emoción de su “Canto de Misa”. Sirvió al altar y a la enseñanza durante unos cuantos años. Ya, en la vida secular se licenció, y doctoró en Ciencias Sociales. Obtuvo Cátedra en la Universidad de Salamanca, de la que fue Vice-rector. Ahora  sé que está preparando un trabajo sobre investigación socio-histórica referido a Villalpando.

                Otro un poco más pequeño: JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO, “Pepito el del Registrador”. Le trajeron muy pequeño a la villa. Se considera villalpandino, pues aquí pasó su infancia y juventud, las vacaciones, hasta los 19 años. Aquí nacieron el resto de los hermanos. Vivieron en la plaza, por encima del Registro, donde hoy está el bar de Ventura. Su madre, doña Elena, (las últimas noticias me hablaban de lo bien que se encontraba, con noventa y pico años) era muy guapa. Él era un niño educado, educado, dulce, inteligente. Yo de muchacho, aunque escribiente en casa de Cossio, “alternaba”, en el verano, nada de bares, con la panda de los estudiantes. Recuerdo unos cuantos días dedicados a confeccionar rateles, para pescar cangrejos, en el portal de su casa.

                Cuando marcharon le perdí la pista.

                Un buen día, en los años de la transición, veo en la tele, ya no recuerdo si era Federica Monseny, o Victoría Quen, a una vieja anarquista, que había sido Ministra en la II República, con un joven intelectual, de pelo rizado y espeso, en una larga entrevista.

                ¡Pero si es “Pepito el del Registrador”!: ¡anarquista! Era su rebeldía intelectual. Me encantó.

                Ha ejercido como Catedrático de Sociología en prestigiosas Universidades USA y en la de Madrid. Es autor de obras, ensayo histórico, que deberían ser libro de cabecera para cualquier político: “Mater Dolorosa”, que lo tengo, “Lerroux, el ¿zorro? del paralelo”, actualmente ha publicado otra obra sobre los nacionalismos, tiene más.

                Es columnista esporádico en “El País”.

                Cuando pasados años, volvió por San Roque, (se instaló en una tienda en el polideportivo, de la que le sacó Nandi y se lo llevó a su casa), ¡qué gran abrazo nos pegamos!

                Entre los recuerdos agradables de mi vida se encuentra la reunión que mantuvimos, un 16 de julio, víspera de la boda de nuestra hija Belén, en casa de Teresa, “La Baldomera”,  Pepito y el hermano que le sigue, Pablo Madrid, hijo de Demetrio; Jhon Palmer, un historiador inglés, afincado en Zamora; Josefina la de Armonia, Paloma Aguilar, alumna de Pepe, Catedrática e historiadora; Begoña Carricajo, de los herradores, Teresa, ¡cómo no!, alguien de la tele,  y servidor. Fue el día que concretamos el acto de recuerdo y homenaje a las víctimas de la represión durante la guerra civil en Villalpando.

                De ese acto en el ayuntamiento y en el cementerio, ¡qué les voy a contar!: emotivo, precioso y, sobre todo, conciliador sin dejar de ser justo. Tengo guardado el discurso de Álvarez Junco, en el ayuntamiento.

                D. José Álvarez Junco, con el Gobierno de Rodríguez Zapatero, fue Presidente del Centro de Estudios Constitucionales y Políticos, y asesor personal de Mª Teresa Fernández de la Vega, sin poseer militancia política. Lógicamente, como corresponde a un intelectual honesto, es independiente. No tragaba con muchas cosas, y lo dejó.

                   Otro a quien ya vi nacer:  LUCIANO LÓPEZ GUTIÉRREZ, el “Príncipe heredero”.


                Traigo a colación esa definición porque, aunque conocida en el círculo de amistades y familia, viene muy a cuenta en este bosquejo.

                Cabalgata de Reyes, año 1960, o por ahí. Fueron dos años seguidos en que con D. Santiago Serrano de Cura joven recién llegado al pueblo, los jóvenes de Acción Católica, con nuestros medios, y poniendo todo de nuestra parte, organizamos dos humildes cabalgatas, algo nunca visto en el pueblo hasta entonces. No había tractores, ni carrozas, ni luces (si unas antorchas): un cornetín, que era Mito, mi primo Eustaquio, “China”, antes de escaparse a Madrid, de mercader, llevando a una burra del ramal, cubierta con una alfombra persa y grandes alforjas de las que asomaban juguetes, y los tres Reyes, con sus correspondientes “pajes”, dos cada uno que sujetábamos las riendas de los caballos reales: colchas, almohadones, pañuelos de seda, adaptado como túnicas, turbantes, etc.

                Tengan en cuenta que el pueblo por entonces, estaba todavía lleno de niños, vírgenes de sensaciones de imágenes televisivas, consolas, video juegos y tabletas, vírgenes de emociones. Aquel sencillo espectáculo los impresionaba, los hacía soñar. Los Reyes eran “Pacucho”, Antonio “el Sastre” y “Luci el Tobo”. Éste, presidente de los  jóvenes de A.C., era el “Rey Negro”. El año anterior, en la primera de las dos cabalgatas dichas, ya, desde el balcón del Ayuntamiento, había deleitado a la concurrencia “ hablando” como el Rey Baltasar, con el deje, latiguillos (¡si señor!, ¡cómo no!) y exclamaciones propias.

                Pero resulta que unos meses antes de la cabalgata, pocos seguramente, se había casado, con lo que perdía su condición de “joven de A.C.” y, por lo tanto, no podía hacer de Rey Mago.

                Consultado a la superioridad eclesiástica, se hizo una excepción, dado su carisma. Volvió, por última vez, a ser Rey Mago. Cierto que al año siguiente se había marchado D. Santiago y ya no hubo cabalgata, lo que entonces no se sabía. Por eso el “Rey Negro”, en su alocución, anunció su retirada, porque en “unos meses llegaría el príncipe heredero, quien, cuando llegara a la edad, habría de sucederle”.

                Nadie en la familia sabía del embarazo de Emilia, parece ser que era muy incipiente. ¡Qué vergüenza pasaron todas “Las Fusinas”! -¿Es verdad, es verdad? , asustadas le inquirían sus hermanas.

                Se tranquilizaron cuando al decirles “las faltas”, echaron cuentas y la criatura, que pudo haber sido princesa, (entonces hasta el nacimiento no se sabía), nacería de sobra pasados los nueve meses de la boda.

                Y el niño no fue príncipe, pero si heredero de su padre y de su abuelo en la inteligencia, en el amor a las palabras, cuyas obras, las de los progenitores, por ser conocidas, no gloso.

                Lucianín, (así le sigue llamando su tía Lola) en la actualidad es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid para lo que presentó una tesis sobre la obra “Donaires del Parnaso” del escrito tordesillano Alonso del Castillo.

                Colabora en revistas de prestigio internacional, Boletín de la Real Academia Española, Revista de Literatura, Dicenda, Perinola con ediciones de obras del Siglo de Oro, del que es gran conocedor, y artículos en torno a la poesía de Quevedo, de quien es especialista. Otro de sus libros, referido a esa época es el ensayo “Portentos y prodigios del  Siglo de Oro Español.

                Criado en la calle Olleros y habiendo mamado los aires del Teso Polanco, las variedades solariegas del castellano le interesan sobre manera, de ahí que colabore en “Revista de folklore y Culturas Populares”, en la revista de Dialectología y Tradiciones Populares del CSIC, y en “Espéculo”, revista digital de la U. Complutense. De ahí este “Esbozo… que estamos copiando.

                Su última obra publicada es el libro, “En torno a las palabras de Delibes”.

                El sustento, además de ser su vocación, se lo gana como Profesor de Lengua y Literatura para Bachillerato en el Instituto Iturralde de Madrid.

                Cuando en alguna ocasión coincido con éste, y los otros dos escritores villalpandinos de la generación del “sesenta”, cuando nacieron, con los que continuaremos, me pongo a aprender.




                FÉLIX GONZÁLEZ MODROÑO. En el bosquejo de éste, me han de permitir utilizar el fino pincel de lo emotivo, de lo familiar, de lo tierno, aunque narre pinceladas puede que repetidas.


Y es que mi hermana se casó un junio, con 20 años, y se fue con Félix a una habitación, con derecho a cocina, en Baracaldo. Años de la avalancha a las, entonces, Vascongadas: dura y forzada emigración. Cierto que Félix padre, desde los frailes, empezó de listero en Entrecanales, donde fue ascendiendo y mejorando sus condiciones de vida: pisito alquilado al poco tiempo.

Un domingo de abril, yo vivía con los tíos, en la plaza, se acerca mi padre feliz a darme la buena noticia: -“tu hermana ha tenido un niño”. El primer nieto, el primer sobrino. Aquel año agosto tendría aún mayor atractivo: conocer al niño.

Era precioso, si bien ya apuntaba que a “morrosco” (hacía furor Urtáin) no llegaría. Todo lo más a centrocampista del “Atleti” de Garay, Iribar y creo todavía Gainza, del que yo era hincha,  para mi desgracia, cuando el Madrí de D’iestefano de las cinco copas seguidas de Europa.

Como al poco Félix padre se compró un “cuatro cuatro”, de segunda mano que, aunque sin calefacción los traía, casi de milagro, por Navidad, por Semana Santa, en el verano, veíamos crecer al niño.

Y corto para no acabar llorando. Buenas notas en la EGB, en  BUP, en COU, allá, en el País Vasco. La Universidad ya, como Dios manda, en Salamanca. Licenciatura en Derecho. Más de un año en Villalpando, viviendo con mi madre, ya viuda, preparándose para un trabajo, sacando algún dinerillo de camarero esporádico.

Su preparación le sirvió para un buen puesto en la banca. Y, ¡hete aquí!, que da rienda suelta a su vena de escritor. Él dice que por el apellido Modroño (mi hermana devoraba libros. De soltera, cuando un libro la engachaba, se quedaba, incluso con la vela si apagón, hasta las tantas), pero por mí, si me sacan de lo terruñero pinto menos que avutarda en el zoo. (Ayer vi un bando de cuarenta en El Ardero).

Empieza con relatos que obtienen premios: publica el libro de las fotos sobre Villalpando, colabora en la Revista Paisajes, y, luego, sin más, irrumpe con una novela ambiciosa: “La Sangre de los Crucificados”, protagonizada por el doctor en medicina. Don Fernando de Zúñiga. Ambientada en la decadente España de finales del XVII, cuando el último Austria, empieza en Zamora y sigue por Salamanca, Madrid, Sevilla, las ciudades que él tan bien conoce. Es una novela histórica en la que se mezclan personajes de ficción y reales, dolientemente barroca, como aquel tiempo.

Visto el éxito de las peripecias del Dr. Zuñiga, escribió una segunda parte: “Muerte dulce”, también bastante vendida.

Su consagración como escritor ha llegado con la tercera: “La Ciudad de los ojos grises”, novela sociológica ambientada en el Bilbao de principios del XX, cuando estaba dejando de ser villa para convertirse en ciudad. No les cuento más. Lo mejor es que la lean. Merece la pena. Ocupa ya lugares importantes en la lista de los libros más vendidos, sobre todo en el País Vasco.

Parece que pronto saldrá la cuarta. No le he preguntado de qué va. Prefiero la agradable sorpresa al leerla.

O sea:…
(continuará s.D.q.)




                FERNANDO CARTÓN SANCHO.

                Debió ser en el verano del setenta y uno. Sara y yo entrábamos en el parque. Llevábamos de la mano a Gracia, de tres años, a quien le atraían tanto los caballitos, “guaguaus”, que ya se había escapado,  en días anteriores,  con un amiguito del barrio; en la sillita a Jesús, que aún no andaba, y en la barriga a David.

Tres niños, agarrados de la mano por el mayorcito, precedían a sus papás que venían más lejos.

Sara preguntó: -Estos niños, ¿de quién son?

El mayor, con mucho aplomo y suficiencia  no dijo: -Nosotros somos de Cartón. Nos hizo gracia y echamos a reír.

 Yo conocía a su padre, Juan Cartón, de Villamayor, el joyero de la comarca, de toda la vida. También a su madre, Milagros Sancho, Maestra en Villar de Fallaves, hasta que, aquel curso, se integró en el Colegio Comarcal de Villalpando, que había empezado a funcionar el primero de abril.

                Esa es mi primera referencia sobre Fernando. Después, compañero de su madre, y a su lado en un momento desgarrador que omito, he seguido su carrera.

                Fernando se ha criado en Villalpando, en las casas de los maestros, ha estudiado en Valladolid, ha viajado por casi todo el mundo. Con Olga, ha creado una familia que reside en Villalpando. Tienen dos niños, Marco Flavio que, en lo pausado y pensado de su lenguaje me recuerda al “somos de Cartón” , y una nena, carita de muñeca rubia, ojos de azul intenso, lista, lista…

 Licenciado en derecho, con nota, ejerce, con mucho trabajo, de Procurador en la villa. Además, junto a su hermano, lleva una buena labranza. Además bucea en la investigación histórica, lee un montón, escribe.

  Hasta ahí todo normal. Lo que yo, y todo el pueblo, desconocía era su faceta de historiador.

En un foro de internet alguien que firmaba con el seudónimo de “Varo”, empezó, y siguió publicando, unas crónicas , referidas a los orígenes e historia de la villa, llenas de rigor, de calidad, de argumentación y acopio de datos. A mí me gustaron, me convencieron enseguida. Mi intuición ya presuponía  la falsedad de los mitos “villalpandineros” (el de Intercacia, entre otros) que Fernando desmontó.

 Como soy “un cuzo” incorregible, empecé a devanarme los sesos para adivinar quién era “Varo”. Por los datos transversales que aportaba deduzco que se ha criado y vive en Villalpando, que tenía sobre cuarenta y pico años. Es culto... ¡Joder!: no hay otro. Tiene que ser Cartón. Y en efecto. Grata sorpresa. Desconocíamos su erudición.

 Después ya, en su blog “Historias de Varo”, (que, aunque sea de la competencia…) siguió aportando más luz sobre nuestra historia, sobre todo con la publicación de los datos referidos a Villalpando en el Censo del Marqués de la Ensenada.

Y se pone a hacerme la competencia, en cuanto a escritor local, cuando publica “La Veleta Nocturna” , compendio de cuatro relatos con acciones y escenarios muy distantes en el tiempo y geográficamente:  “La Promesa”, de un caballero gallego que llega a la villa. Siglo XVI. Iglesia de Santa María, los hermanos Corral, maestros arquitectos y yesistas…, muy bien lo pudo escribir cualquier romántico del XIX. Este relato obtuvo un premio literario.

 “Fuegos en el Sena”, nombre de un imaginario cuadro de Picasso en cuya busca se traslada el protagonista a Moscu y Leningrado, hoy San Petesburgo, donde Fernando encontró algo más valioso que el mejor cuadro de Picasso. La “Chica de la Foto” es una novelita dulce ambientada en la Habana de los últimos días del Presidente Batista. Por último un precioso mini relato, “Leningrado”, en los días del cerco a esta ciudad por los alemanes, romance entre una enfermera rusa y un divisionario azul español.

 Fernando es un activo en la vida cultural del pueblo. Actúa de guía monumental cuando algún grupo nos visita; presenta libros y actos culturales si alguien se lo pide. Y lo hace de perlas.

Lástima que éste y otros valores culturales que poseemos en el pueblo sea desaprovechado, creo que hasta desconocido, por los profesionales de la cultura: los profesores del IES “Tierra de Campos”.  La “Veleta Nocturna” es un libro muy apto para empezar a aficionar a leer a adolescentes, aunque lo haya, o por, haberlo escrito un señor que vive frente al edificio.

A lo mejor cuando publique su segunda novela, con personajes entroncados en Villalpando que desarrollan su peripecia vital por el mundo hasta embarcarse en la “Armada Invencible”, y participar en la batalla de Lepanto, ¡tela!, se enteran los del Insti.
               

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                                  LA SAGA FAMILIAR CONCEJO ÁLVAREZ.

                Don José María Concejo Núñez debió de llegar a Villalpando, recién acabados los estudios de derecho, desde su Villafrechós natal,  hacia el año 1934, para abrir bufete de Abogado. Se casó con una muy joven y guapa Pilar Álvarez Mazo. Fue toda la vida, junto con Don Manuel Cossío, el Abogado de referencia, cuando  la comarca estaba muy poblada, muchos labradores y, por tanto, muchos pleitos de tierras, que, con frecuencia, tanto uno como otro, ambos católicos consecuentes, intentaban arreglar sin llegar a los tribunales. Ya, al final de su vida laboral, cuando el trabajo en el bufete disminuyó, se hizo cargo de la sucursal de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca.

                No motiva esta glosa la amistad, de toda la vida, de ahí que utilice los cariñosos apelativos familiares, con José-Mari, “Susi”, Pilar,  “Monchi”, Mari Carmen, Elenita, Angelito y Javi, sino porque es de justicia.

                Como todos poseen valiosos currículos, tomaremos el del mayor, el pequeño y una de las chicas.

                JOSÉ MARÍA CONCEJO ÁLVAREZ. De joven le llamábamos “cabezón”, no por el tamaño, sino por la calidad de su cabeza. Acabada la carrera de derecho “cum laude”, consiguió uno de los primeros puestos en las oposiciones a Abogados del Estado. Fue Director del Patrimonio Artístico Nacional, antes de las autonomías; época en que consiguió una importante suma para el primer arreglo serio, el de la iglesia, en el Convento de las Clarisas. Por el pueblo se rumoreó que le propusieron una cartera de Ministro, posiblemente cuando lo fue de Hacienda su amigo personal Antonio Barrera de Irimo.

                Durante muchos años ocupó de los primeros puestos en la dirección del BBV. Aunque relacionado, incluso a niveles de gran amistad, con altos cargos políticos, quien fuera alcalde de Madrid, Álvarez del Manzano, por ej., quien vino al entierro de su madre, no cedió a la llamada de la política. Es un intelectual puro que ha estado siempre en otro escalón.


                JAVIER CONCEJO ÁLVAREZ.  Si ustedes le ven de juerga, por San Roque, con la mara de “Bolica”, mi primo Manolo Alonso, Isidoro, Sera, “Brillantina”, “Jose” el de Adelina, Estebín, su hermano Angelito…, o cuando vienen a matar el marrano, no pensarán que es Jefe del equipo de cardiología en el Hospital  “Gregorio Marañón”.

                ¿Para qué voy a contar más?...

                ¡Pero sí!: un botón de muestra de su calidad humana. Puede que haga quince años, o más. Un señor de Villalpando, Emilio Méndez, consigue que le operen del corazón en el “Marañón”. A pesar de verle vestido de doctor, con el letrero bien claro, Dr.. D. Javier Concejo, fonendo, rodeado de enfermeras…, Emilio, en su protector, seguía viendo al pequeño de Concejo, y siempre le llamaba Javi, preguntaba por Javi, clamaba por Javi. El Dr. Don Javier Concejo hubo de decir que aquel paciente era su tío.

                Animado por él, a punto estuvo nuestra hija Sara Belén, al superar del MIR de optar por la especialidad de cirugía torácica. Todos los Concejos nos llamaron cuando se fue.


                PILAR CONCEJO ÁLVAREZ.

             ¿Alguien sabe, aparte de las amigas de toda la vida, que esta señora, de los Concejos, que viene todos los agostos con sus hermanas a preparar la casa para recibir la invasión de toda la tribu, que disfruta de amistades, de liturgias, de su pueblo, es doctora en Filosofía y Letras?, ¿Que ha impartido clases durante quince años en una universidad americana?   ¿Qué también ha ocupado cátedra en la Universidad madrileña “San Pablo CEU”…?  ¿Que imparte conferencias…, escribe en revistas especializadas…? Pues yo, exactamente, tampoco. He tenido que preguntarle a Petri.

                Y no, no crean  es porque casi no nos conocemos. ¡Qué va, qué va! Me precio de su amistad de toda la vida, me siento con ellas en la terraza, converso en cualquier lugar siempre que puedo. Me daba a uno de sus sobrinos, pelirrojo, hijo de “Susi”, cuando era niño, para que le montara en el tractor, que le encantaba, y me llamaba “Agatito”.  Cuando la enfermedad de Belén, con suma discreción, estaban  muy pendientes.

                Es un gozo conversar con Pilar, Mª Carmen, Elena. Se interesan por todo lo del pueblo, escuchan, preguntan, aportan. Son sencillas, afables, simpáticas, cercanas. ¡Pues fíjense!: ¡jamás una alusión a su currículo!

              ¡Qué calidad de personas! ¡Qué categoría humana...!  No sé si no estaré metiendo la pata. Perdona Pilar si te asomas por aquí. Sé que esto puede chocar con tu humildad campechana.

                Espero sepa disculparme si le digo que uno, acostumbrado a escuchar a los ricos y ricas de la comarca las tierras que tienen, a otros lo machotes y lo listos que son, a ver más vanidad y fanfarronería de la cuenta, el ejemplo de Pilar me conmueve, me mejora.

                Pues que sepan que esta señora, será la pregonera de la Semana Santa villalpandina. Pronunciará su pregón el domingo seis de abril, después de Misa mayor, en el salón de actos del Ayuntamiento.

                Si, con tanta cofradía, tantas flores, tanta carroza, tanto tambor, no se llena hasta arriba el Ayuntamiento, aunque sólo fuere por el aspecto cultural, es que no tenemos remedio.

                                         
                                              ...........................................                                                                                                                                                                                                                       

                                                       LISTA ABIERTA         
                     
         En vaya lío me he metido: ¡Cómo no citar a tantos otros que faltan…! Sobre todo de los más jóvenes, a cuántos con méritos no citaré. Cuento con ustedes, lectores, dispuesto a recibir aportaciones de la lista abierta que ahora comienzo.

                Empecemos por la Judicatura,  llegar a juez tiene mucha dificultad.

               Cito en primer lugar a Miguel Ángel Feliz, por ser amigo, y porque llegó arriba empezando de la nada, dando clases con D. Marcelino el maestro. No hace mucho ingresadas hay dos chicas: una hija de Carlos Antona y Conchi Suena, y otra de Eloy Feliz, quien no llegó a disfrutar de esa alegría, y Begoña. No sé cómo andarán alguna aspirante más a la carrera judicial de que tengo noticia. Seguro que lo conseguirán.

                En el campo de la medicina especializada estamos “fardaos”: Javi Concejo, ya citado,  Tomás Toranzo  (¿de qué me suena?), Jesús, el de Ovidio; Tere, la de Servilia (ya lo sé que se apellidan Sánchez y Boyano, respectivamente); más jóvenes las sagas familiares Miranda, (Ani en el 112, Sara en Valladolid); Modroño, Ana, ginecóloga (madre de tres niñas seguiditas y Oren, y ¡anda que no sabrá!, pues su marido también es del ramo) ;  Belén, ¡qué carrera llevaba!, operando de cataratas a San Pedro. En el mismo campo de la sanidad, Gracia, farmacéutica con cargo de responsabilidad en Asturias. Me quedan muchas fuera en el gremio de  enfermería e, incluso, farmacia.

                En la docencia universitaria, además de los jubilados ya mentados, me cabe citar a un cerebrito, catedrático de informática, con publicaciones serias en su haber, el profesor Jesús Sánchez Vega.

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                Leyendo las setecientas devorables  páginas del libro de Antonio Salas, (seudónimo en que se oculta un periodista por motivos de seguridad, ya que es muy gordo y veraz lo que cuenta en sus libros), “Operación Princesa”, enseguida asocié a una de las heroínas, la joven agente de la Guardia Civil, “Luca”, con una chica de Villalpando, Elisabel Sinde, “la de Juanitín”, más que por noticias fidedignas, por intuición, viendo su carrera.

                Un sábado, hace unas semanas conversé con ella y su compañero en el Ideal. Me informó de su trabajo actual sin alardear de  currículo.

            Está, como Teniente, al lado del General Jefe, en la Jefatura Superior del Seprona, en Madrid, después de haber ocupado unos años, pocos, la de Zamora. 

           Hablamos a tenor del citado libro, de proxenetismo, de narcotráfico, de corrupción, de seguridad, de política... Me dijo la cantidad de casos de corrupción urbanística por parte de alcaldes de todos los colores, que denuncia el Seprona y no salen en los medios. Yo preguntaba y escuchaba con atención. También su compañero aportaba opinión e informaciones muy interesantes. Había estado en primera línea de la lucha contra ETA.

                Prometí dejarle el libro, al acabarlo. Un día se lo lleve a casa de sus padres, para cuando viniera. Entretanto su madre empezó a leerlo. Me dijo: -Has acertado: como que estoy viendo a Elisa, cuando empezó, en Luca .

                Sacó un dossier de felicitaciones, ascensos, recortes de periódico. Ley uno, de como ella y otro compañero, de paisano, detuvieron a un peligroso atracador (fugado de prisión por delito de homicidio) provisto de pistola en mano, en un supermercado de  Valencia. De verdad que justo, justo de película. ¡Qué valor y sangre fría la tía!

                Pero, además de eso, tiene “coco”, intelecto, voluntad con los que, también desde la nada, ha forjado su carrera.

                ¡Qué gusto acabar la relación con una villalpandina así!

                Me falta el apéndice. Dos personas a las que sería injusto dejar fuera.


                DON TOMÁS OSORIO BURÓN.

                Los puristas del villalpandinismo dirán que es forastero, a lo que me opongo. Este hombre lleva aquí desde finales de 1978 o 1979. Aquí ha dejado, aquí está dejando los mejores años de su vida, aunque suene a tópico, al servicio del pueblo.

                Como a todos los curas que siguieron en la brecha, después del nacional-catolicismo le ha tocado remar contra corriente. De una  época de  práctica religiosa, moralidad en las costumbres se ha pasado a lo contrario.

                Cogió a la Parroquia, después de D. Policarpo, un poco desmadejada. Se puso a trabajar. Se volcó en  la catequesis, (excursiones, campamentos) en la formación religiosa de niños y adolescentes, hasta que se iban a la universidad o a trabajar fuera. Fue la época de mis hijos. Recuerdos las Misas de San Pedro, la de los niños, en que se llenaban los bancos de críos, prestos a dar guerra. Conseguía atraer su atención en unas homilías didácticas, mostrando mapas, haciéndolos preguntas.

                Organizó grupos Cristianos: la comunidad Neocatecumenal, el grupo de matrimonios…, ha influido en la mejora, y creación de otras nuevas,  cofradías semanasanteras; ha recuperado documentación, organizado archivos. Pena que llevado a Zamora.

                Obra suya es la Casa Parroquial y la nueva Iglesia de San Nicolás.

                Si yo, desde el punto de vista humano, siempre he admirado a este hombre, es porque conozco su categoría intelectual. Porque este no ha seguido de cura (que es sacrificado) por ganarse la vida. Fue profesor del seminario, cuando había seminaristas. Dada su preparación, su capacidad, muy bien hubiera podido ejercer la docencia en la vida civil.

                Es autor de varios libros de carácter histórico y religioso, uno referido a su pueblo, Fuentes de Ropel , y otros a Villalpando, por todos conocidos. En el de  “Archivos, Parroquias y Cofradias” puso la supervisión, y prestó legajos a Pablo Román quien, según me informa, hizo la mayor parte del trabajo. Cierto que Pablo es un mecenas villalpandino.

                Sin quererme meter a juzgador, ni ponerme por encima, y porque además es conocido, no sería sincero si callara lo que me motivó con él cierto enfrentamiento: sus connivencias con Carmen Allende, sabiendo, conociendo  datos objetivos de la inmoralidad de muchas de las actuaciones de esta persona, que él contribuyó a tapar. La más grave la alcahuetería de todos, él incluido, los miembros del Patronato, cuando firmaron, siendo falso, que no cobraba sueldo como Gerente. Claro caso de corrupción política y judicial. Me dicen ahora, desde hace siete años, ¿qué falta hace “la Gerente”?

                A pesar de lo anterior, me quedo con la parte positiva. En esta época en que los curas son tan escasos, quiera Dios que D. Tomás nos dure muchos años.


                TERESA CIFUENTES VELEDO.

                Atiendo la sugerencia de algún mensajero que me ha sugerido que cite a personas con valores humanos. También yo estaba en ello.

                Lo que pasa que para citar a todas, la lista sería interminable. Estaría llena de mujeres. Todas aquellas que, hasta nuestra generación, sin recursos económicos, o muy pocos, criaron familias numerosas de las de entonces: ocho, nueve, diez, doce hijos... El  record, diecisiete, lo ostenta la familia Manrique, si bien con dos mujeres, y uno a uno, sin mellizos.

                Ustedes se imaginan lo que era en aquellos tiempos, sin apenas ingresos, miserable casa, sin agua corriente, (apunten por lo tanto que sin lavadora, ni lavavajillas  ni aseo,(¿para qué voy a poner que sin calefacción?), ni un solo electrodoméstico, alimentar, vestir, mandar a la escuela, a diez hijos seguiditos?

                Sin que nadie lo tome como ofensa, sino como homenaje, no me resisto a citar a alguna que conocí muy de cerca, y de las que tanto me acuerdo: Carmen Boyano, Palmira Sinde, Sagrario Lobato, Inés   Sinde Mansilla…., verdaderas heroínas.

                Y, volviendo a Teresa, aunque no tuviera hijos tuvo padres, familiares a quienes cuidar.

                Aunque siempre, como vecinos, tuvimos buena relación, fueron los últimos años cuando nuestra amistad fue intensa. De ahí que conozca su valiosa biografía al pie de la letra.

                Cuando estalló la guerra ella tenía doce años. Iba a la escuela de Las Hermanas. Como era niña despierta se estaba planteando su familia, aunque humilde, si, haciendo un esfuerzo, darle estudios.

                La guerra lo truncó todo. Ella era la menor de cinco hermanas, las dos mayores ya casadas. Tenían una pequeña tienda, dos tierricas, burro, carro, un majuelo y un cacho de huerta en la carretera de Zamora, padre y madre muy trabajadores. No pasaban hambre. La hermana del medio, Julia, un poco coja, por amago de polio infantil, salía a vender por el pueblo. Palpaba el hambre, sobre todo cuando había huelgas, la miseria. En su familia, sin tener afiliación, eran simpatizantes de los partidos de izquierdas, cuando la llamada izquierda lo era tal. No es el caso de ahora.

                Les requisan todo lo de la tienda. Han de esconder los colchones en la bodega de unos vecinos. Llevan a Julia, y a su madre Baldomera, a la cárcel de Zamora. Fusilan a la hermana, la madre sigue unos meses en la cárcel. Ella, con su padre, o alguna hermana mayor, en el burro, iban a visitarla y llevarle algo de comida. Allí conoció a Amparo Barayón, a Leonor, “Pico de Oro”.

                Teresa sigue yendo a la “Escuela de las Hermanas”. Recibe puyas y tortas de otras niñas, por ser roja. Las hermanas, sobre todo una, a escondidas la consuela, protege e influye para que mantenga sus principios  de la doctrina Cristiana, que no es la practicada por los vencedores.

                El padre enferma. ¿Cómo subsistir? Animada, ayudada por la monja, aprende corte y confección. Monta taller de modista. Sostiene la casa. Atiende al padre en la larga y penosa enfermedad.  Unos años después le toca la misma cruz con la madre.

                Fue guapa en sus años mozos. Recibió murmuraciones de la envidiosa vecina. Su taller tenía cada vez más trabajo. Muchas chicas pasaron por él para aprender el corte, al tiempo que la ayudaban. Ahí estaba su relación social. Sus ocios: la radio, que tuvo así que pudo, el cine del pueblo, y los libros. Sobre todo los libros que, cuando jubilada, devoraba. Intercambiábamos.

                Desde muchos años aquejada de dolencia cardiaca, puede que por tanto sufrimiento juvenil,  se pegaba grandes paseos al amanecer con Servilia Martínez y Vicenta Morales. ¡Qué familiar su presencia por la carretera de Zamora. En la práctica religiosa diaria, hallaba consuelo.

                Bien se merece Teresa cerrar este espacio de “intelectualidad y gentes de valor”. Ella fue todo lo intelectual que pudo. Poseía muy buena cultura. En cuanto a valores humanos era ejemplar. A mí, en los momentos difíciles de los atropellos, me sostenía. Además de la abnegación en el cuidado de sus padres cuando fue necesario, era una referencia en lo ético. Yo admiraba su entereza, su serenidad, su equilibrio. La valentía y dignidad que mantuvo hasta el final.

                Teresa. ¡Cómo no llorar en tu entierro!  Sabes que yo te quería.
               
                      
                 
   

martes, 25 de febrero de 2014


                                               COMENTARIO A SOMOS POCOS PERO REUNDIDEROS                         


Anónimo dijo: Las ollas se quedaron en los merenderos que es la vertiente francesa de bebamos en casa.

Nuevo fin de semana de soledad y desolación rajoniana. 

Ahora eso sí: una charla animada había en la plaza, ya entrado el domingo, de cuatro contra uno, y este uno defendiendo que sí ha robado Bárcenas o alguien del PP, que mejor que eso les votó España .

¡Toma ya!: eso es Villalpando.

                                                       RESPUESTA

             Gracias por el mensaje. Me gustaría que en este blog participaran más los lectores, que fuera el foro donde se debatieran los problemas del pueblo. Por eso subo este comentario a la cabecera, porque toca el problema de un sector: el hostelero.

            La hostelería en Villalpando, como en toda España, está sobredimensionada. Aparte de los negocios que tienen su vida propia en la carretera, y van bien, en el pueblo, dada su población y la de la comarca, hay excesivos bares. Y lo cierto es que, como son propios y están amortizados, casi todos, con mucha diferencia de negocio de unos a otros, la mayoría se va manteniendo.

            Y se mantienen en el día a día, no sólo por los del pueblo que salimos a diario, sino por los funcionarios y la gente de paso. Y se mantienen, sobre todo, gracias a la enorme, comparativamente, población flotante: en agosto, cuando se triplican los residentes; Semana Santa, Navidades y ciertos “puentes”.

            Otra cosa es que, con la ocurrencia de la olla, puedan reanimar un fin de  semana “pelao” en pleno invierno, por más carteles que pusieran.

            En lo de “la soledad rajoniana” del fin de semana creo se refiere el comunicante a “la noche”. Hay seis “garitos” (perdonen emplee el lenguaje juvenil) específicos que viven del sábado noche, más alguno de los de día que también se suma. Ayer me informaba uno de los profesionales del sector: -“por más que montemos atracciones la noche está muerta. Yo cierro ya, me voy a dedicar a otra cosa”.

            Yo le comentaba que es lo normal, que las aguas vuelven a su cauce. Que para mantenerse tantos establecimientos nocturnos de una y pico noche semanal, en un pueblo, en una zona de escasa población, y menos juvenil, tenían que venir de un amplio radio, y gastar mucho. Y está la competencia de Benavente, Rioseco, Zamora…

            Él me aseguraba que ocurría igual en todos los lugares. Y conveníamos: “la crisis”, que es de verdad, que no es una broma; que impide a bastantes el derroche de cincuenta euros para emborracharse cada semana. También quiero pensar que puede se cansen de la tonta diversión de noche en vela y borrachera semanal.
                                   
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            Más me sorprende que hubiera en la plaza una discusión de política. Aquí la gente se guarda mucho de pronunciarse. Yo lo voy a hacer, sobre ese tema, una vez más aquí.

            Lo de Bárcenas está más claro que el agua. Creerse que Rajoy y parte del PP están limpios en eso y en lo de la Gürtel es por ignorancia, o peor: por sectarismo.

            Dicho lo cual, allá va una noticia de hoy mismo; treinta y siete cargos públicos del PSOE en Galicia están imputados en tramas de corrupción.

            En las setecientas páginas del libro “Operación Princesa”, si bien de forma novelada, pero basándose en hechos reales, se cuentan todas las tramas de proxenitismo en burdeles, narcotráfico, adjudicaciones de obras… en que están implicados políticos del PP, del PSOE, del BNG, algún mando policial, de la guardia civil, de la policía nacional… Todavía hay varios sumarios abiertos, el más gordo el de “Operación Carioca”, en Lugo. He entrado en internet y he visto los nombres propios de los personajes retratados en la novela del periodista que se oculta en un seudónimo. En las costas de Villagarcía de Arosa, Cambados…, donde están las mansiones de los Miñancos, Charlines…, hay una zona llamada “villa pesoe” por los chalets de dirigentes del mismo que allí disfrutan de su segunda vivienda.

            Lo que pasa es que me da la impresión que los españoles lo digerimos, lo asimilamos todo. Que a esto de la corrupción se le van a poner parches, pero no se va a producir el “borrón y cuenta nueva”.

            Espero comentarios.

            Firmado. A. Modroño.

            Saludos.
             

viernes, 21 de febrero de 2014

VOCABULARIO DE VILLALPANDO Y COMARCA RECOGIDO POR LUCIANO LÓPEZ GUTIÉRREZ


CABAÑAL. m. Aprisco, edificio situado en el corral de la casa y destinado  al albergue de las ovejas. El DRAE no incluye esta acepción  y da la que  sigue como propia de Salamanca: “Cobertizo formado con maderas y escobas para cobijar el ganado”. Por su parte, ML recoge esta acepción en Sayago: “Lugar aislado del suelo, en que se coloca la leña de los corrales”. Para José María Baz tiene la acepción de ‘montón de leña’.


CABO DE AÑO. Misa que se aplica a un difunto cuando se cumple un año de su fallecimiento.

CABRAS. f. Suele usarse en plural. Enrojecimientos que salen en las piernas por estar mucho tiempo al lado del brasero. Francisco del Rosal glosa el vocablo de la siguiente manera: “Son escocimientos o quemaduras causadas de la lumbre, del griego capurós, que es lo quemado o abrasado”.

CACALAMEA. Forma parte de la locución  andar a la cacalamea, que se emplea para aludir a que alguien siempre está con apuros económicos, que anda a ramal y media manta. ¿Podría proceder la expresión del antiguo oficio que consistía en andar por las calles provisto de bacinillas u orinales para proporcionárselos a los viandantes que se veían acuciados por una imperiosa necesidad fisiológica? Está claro que tal menester era ejercido por los hombres más pobres del entramado social.

Comentario: Palabra totalmente olvidada

CACETA. f. Paleta de cocina, espumadera (L y G; GF, en Toro; GG, en Pajares de la Lampreana). Sin embargo, Krüger en San Ciprián de Sanabria recoge la acepción de ‘cacillo para sacar el agua del pote’, y Soledad Díez en León ‘especie de cucharón redondo y profundo’ y el propio GG también apunta que en Pajares de la Lampreana tiene asimismo la acepción de ‘cazo pequeño’.

CACHA. f. Cayado: ”En los años 40 nos requisaban cachas y varas de fresno” (AM, Víctimas de la Guerra Civil en Villalpando, p. 166). También usa el vocablo Miguel Delibes: “¿Ves esa lasca blanca a  dos metros de la cacha? Ve ahí está aculada  la muy zorra” (Las ratas, p. 30).

CACHETERO. Figura en la expresión dar el cachetero, que alude figuradamente a la acción de rematar un asunto, y literalmente al golpe que se da a los animales en el pestorejo, especialmente a conejos y liebres, para matarlos (L y G, IS): “Entonces yo salía, lo cogía por las patas, le daba el cachetero y conejo al morral” (AM, Charlas..., p. 14). Recuérdese que cachetero es el puñal que sirve para apuntillar a las reses.

CACHICÁN. m. Mozo de labranza que está encargado de llevar a cabo las tareas subalternas o auxiliares (L y G, IS): “La relación entre amos, criados, criadas, y cachicanes era fraterna y la alegría indisimulada” (AM, Víctimas de la Guerra Civil en Villalpando, p. 173).  Es sinónima de “perillán”.

CADRIL. m. Cuadril, es decir, hueso del anca. Parece provenir del sintagma hueso caderil, en el que se ha producido una omisión del sustantivo y una síncopa de la e en  el adjetivo. Esta forma es anterior a la existente hoy, cuadril, y, según el DRAE, es propia de Galicia, Asturias y Santander. Aparece en la expresión llevar el cántaro al cadril, con la que se hace referencia a la acción de trasportarlo agarrándolo con una mano y apoyándolo en la cadera: “Tenía gracia la imagen de la moza con un cántaro al cadril y el otro de la mano” (AM, Crónicas..., p. 95). Sin embargo, Soledad Díez recoge en León cadril ‘región lumbar’ y escadrilarse ‘producirse una luxación en la cadera’.

CAGALITA. f. Excremento de las ovejas (L y G, RG, SL,GG, DE). Véase su empleo por Merino Bravo: “Al chupar un pirulí, jugando a la comba, se le cayó a la rapaza entre las cagalitas y cogió una gran llorona” (op. cit., p. 55).

CAGAPRISAS. adj. Persona muy nerviosa ( L y G, IS).

CAGARRUTA. f. Excrementos de los conejos. Para el DRAE esta palabra tiene la acepción de ‘excremento de ganado menor’. Sin embargo, obsérvese la utilización por parte de Delibes de cagarrutero ‘lugar en el que abundan las cagarrutas’: “Este sistema de caza sí que hay que ponerlo en práctica con cuidado, ya que si se coloca en los vivares o en las veredas o en los cagarruteros de los conejos, el 95% de las víctimas serán conejos, pero si se coloca en terrenos de todos, lo mismo puede caer en él un gazapo que un garduño, una becada o una perdiz” (El último coto, p. 158).

Comentario: Palabra por mi desconocida en Villalpando, ya que a las deyecciones de los conejos se les conoce también como cagalitas.


CALDO VIROTE. Esta expresión se aplica a las comidas caldudas y poco sabrosas (L y G). Guzmán Álvarez en Babia y Laciana también recoge la locución y señala que sirve para referirse al agua en que se cuecen las morcillas.

CALLETE. Se emplea en la locución “al encallete”: algo a medio hacer o mal hecho, por ejemplo una mala siembra: “ha quedao al encallete” Juliana  Panizo registra al encallete ‘cosa mal hecha’. DE da cuenta de la existencia de al encallete con otra acepción ‘carne, embutido u otro alimento entre crudo y cocido’.

Comentario: La última es la acepción más utilizada en Villalpando. Cuando los chorizos de calle estaban recientes, se los envolvía en papel de estraza mojado y se metían entre el borrajo. Se hinchaban y quedan riquísimos, “al encallete”.

CAMPANA. f. Se usa este vocablo para aludir a las personas que están cercanas al poder y se aprovechan de su situación: “En aquellos años el pueblo no estaba dividido entre hinchas del Madrid o del Barça; de la campana o disidentes” (AM, Memorias de un torero, p. 54).

CAMPIÑA. f. Terreno lleno de matorrales y de otras plantas de parecida especie, que no está labrado. En cambio el DRAE da para el vocablo la acepción de espacio grande de tierra labrantía.

Comentario: La primera es la acepción utilizada en la comarca. Estar un terreno en campiña es estar en erial, en adil, perdido. No cabe duda que la definición del DRAE es la más extendida.

CANCAMURRIA. f. Pereza (L y G). En otros contextos se emplea como sinónimo de tristeza.

Comentario: Cancamurria es estar triste, algo enfermo.

CANCILLA. f. Pieza hecha de maderos que se ensambla con otras para formar el redil. El DRAE registra el vocablo con la acepción de ‘puerta de verjas que se coloca en huertas, corrales y jardines’. Probablemente deriva de cancelli –orum ‘verja’. Covarrubias a propósito de cancel señala: “Tómase por el seto o pared hecha  de palos entrejeridos (...).

CANCINA. f. Cordera que ya tiene un año y se le ha practicado por primera vez la esquila. Soledad Díez recoge esta misma acepción para la variante cacina que encuentra en Sahagún, y el DRAE da un significado distinto para nuestro término ‘cordera que sin cumplir el año ha tenido ya una cría.

CANDELARIA. Fiesta que se celebra el día 2 de febrero. Conmemora la Purificación de la Virgen cuarenta días después de haber dado a luz, según prescribía la ley mosaica. Según indica muy acertadamente José Luis Alonso Ponga en su provechoso libro Tradiciones y costumbres de Castilla y León en muchos pueblos de esta zona, como sucedía en Villalpando, lo normal era que en la misa de este día se soltaran en el templo palomas, y se ofrecieran al sacerdote tortas o panes y velas encendidas. Antiguamente La Candelaria o Las Candelas se celebraban el día 14 de febrero coincidiendo con las fiestas romanas de las Lupercalia, rituales paganos destinados a propiciar la fecundidad.

CANDILETE. Se utiliza en la locución adverbial a candilete, para aludir a la acción de beber por el botijo u otro recipiente sin apoyar los labios en el pitorro: “En los descansos se refrescaba el gaznate con la botella de vino y gaseosa, comprada a escote, por cuyo tapón perforado por una paja y a candilete todos bebían” (AM, Crónicas..., p. 10).


CÁNTARO. m. Medida de capacidad para pedir el vino. Equivale a 16 litros. DE señala con mayor precisión que equivale a 16,133 litros.

CAÑÓN. m. Túnel descendente con escaleras, excavado en la tierra, que comunica la puerta de la bodega con el fondo de la misma.

CAÑUELA. Pequeños hurtos que los hijos hacían de la hacienda de sus propios padres para juntar un poco de dinero para divertirse (L y G, DE): “Si el año había sido bueno, los hijos de los labradores, con la propina de los padres o con el importe de unas faneguillas de cañuela, se iban unos días a la feria de Valladolid” (AM, Crónicas..., p. 79). También existe el vocablo cañuelista. Era quien compraba el producto de esas sisas, a menor precio.

CAPELLANÍA. f. Paliza (L y G, RG, DE, GG). Por su parte, SL registra el término en plural ‘carreras que se da el animal huyendo de la persecución obstinada de otro animal’.

CARCAÑOS. m. Suele emplearse en plural. Rotos en los calcetines. Es una variante de calcaño ‘parte posterior de la planta del pie’. Su significado se explica por una metonimia. Así pues, como señala Corominas, deriva del latín calcaneu, voz que a su vez proviene de calcare ‘pisar’. DE recoge carcañal ‘roto en la parte del calcetín que cubre el talón’.

CARDEÑA. f. Cardo verde que cuando madura se vuelve blanco y se pone áspero (L y G). Sale en los barbechos y tiene hojas amarillas y copudas y pepitas negras. La cardeña pequeña recibe el nombre de cardillo, variedad de cardo muy apreciada en gastronomía.

CARDINAS. Aparece en la locución pasarlas cardinas, que se usa para expresar que se ha pasado por una situación muy apurada.


CARDO BURRAL. m.  Variedad de cardo que tiene las flores violáceas y un fruto parecido a la cabeza de un alfiler. Sale en la primavera y se cría entre los cereales (L y G).

CARDO MERINERO. m. Variedad de cardo que tiene las hojas blanquecinas y un fruto parecido al hueso de la aceituna, cubierto de zarzillos que se adhieren, Sale hacia el mes de junio y se cría en barbechos y legumbrales (L y G).

CAREARSE. prnl. Pastar las ovejas a su placer aquerenciadas  y extendidas. Encaminarse el rebaño hacia una determinada dirección. Es un término, propio de pastores, de gran uso por las provincias de Valladolid, Palencia, Zamora, León, Salamanca y Burgos. Molinero Lozano recoge en Sayago un vocablo derivado del que estoy comentando cariador ‘perro auxiliar del pastor’.

CAREO. m. Vale lo mismo que querencia (L y G): “Como el careo del pueblo tiraba fuerte, con estas ilusiones, con estas nuevas esperanzas regresa por la fiesta y se queda, después de haber hecho la mili” (AM Crónicas..., p. 99).

CAROCAS. f. Suele emplearse en plural. Gracias, chascarrillos. El DRAE da tres acepciones para este término en singular: ‘decorado a base de lienzos que tienen pintados motivos jocosos’, ‘composición bufa’ y ‘carantoña’. Por su parte, el Diccionario de Autoridades define el vocablo de la siguiente manera: “La palabra afectada o la acción cariñosa con que se tira a engañar, o lisonjear a alguno para lograr de él lo que se quiere. Úsase más comúnmente en plural”. Su origen etimológico es incierto. Corominas, aun reconociéndolo así, sugiere que tal vez estemos ante una palabra mozárabe derivada de crocus ‘azafrán’, ya que en latín esta voz se empleó metafóricamente para aludir a una escena dramática, a causa de la utilización que se hacía de este producto.

CARRAL. m.Tonel de escasa capacidad. Puede admitir de dos a cuarenta cántaros. El DRAE da una acepción más general ‘barril o tonel a propósito para acarrear vino’.

CARRAPITO. m. Fruto de los cardos merineros (L y G, GG).  DE y el propio GG también recogen la variante garrapito.


CATROPEA. Se emplea en la locución andar a la catropea, que sirve para indicar que se hace algo deprisa, atropelladamente (L y G). Lamano recoge en Salamanca catropea ‘carrera tendida de caballería mayor’. Ya Terreros registra cuatropear ‘galopar’, y GL su variante catropiar con idéntica acepción. Todos estos términos derivan de cuatropeo ‘caballo’ en el lenguaje de germanías de los Siglos de Oro.

CAVÓN. m. Pella de tierra apelmazada  que se encuentra en las tierras que están en barbecho, terrón. Miguel Delibes utiliza el término con frecuencia en sus libros y artículos sobre la caza: “La tierra no había sido sembrada. Y no sólo no había sido sembrada, sino que había sido arada en fecha reciente y sus cavones se oreaban desnudos al vientecillo frío del páramo” (El último coto,  p. 212). En la zona palentina de Tierra de Campos se emplea la variante tabón: “Toma, porque llueve poco y, además, si no quitamos esos tabones, quisiera yo verle a usted en el asiento de la segadora” (AE, op. cit., p. 51). Probablemente deriva del verbo cavar.

CEBADERA. f. Pequeño saco hecho de la tela de las quilmas que se ataba a las caballerías al cuello para que se alimentaran: “Estaba  gastando la parola, porque ya no había prisa, mientras sus mulas escocotaban un pienso con el morro metido en la cebadera” (AE., p. 332).Véase su empleo en la siguiente cancioncilla popular recogida por Narciso Alonso Cortés: “Parece tu cuerpo un saco, / tu cintura una talega, / tu pecho dos celemines, /  tu boca una cebadera”.

CEDAZO: Criba pequeña de mala muy fina empleada para acerandar la harina.

CELAR. intr. Recular, andar para atrás (GB, Tierra de Campos; L y G, Villalpando; MB, León, DE, Villanueva del Campo; GG en Pajares de la Lampreana). Se aplica, sobre todo, a las caballerías y a los vehículos. También se emplea en Villalpando la locución de cela ‘andando hacia atrás’: “Arriman el camioneto de cela en un hueco entre dos carros”. (AM, Charlas..., p. 20).

CENCERRAS. f. Llaman así a unas campanillas de forma casi cilíndrica de hierro o cobre, con badajo de hueso o madera, y enganche de badana: “Los sonidos de nuestra infancia eran el cacarear de los gallos, el croquear de las gallinas, el relincho del caballo, el rebuzno del asno, las cencerras y los balidos de las ovejas y corderos” (AM, Charlas..., p. 61).

CENCERRO. m. Persona molesta y pesada. Ya Covarrubias comenta lo siguiente sobre la palabra: “A los hombres cascarrones y habladores impertinentes, decimos que son unos cencerros; y estos no pasan atapados, que siempre se hacen oír”. Sin embargo, Soledad Díez señala que en Cistierna (León) este vocablo se usa metafóricamente para referirse a personas alocadas y a mujeres de honestidad un tanto dudosa.

CEOMO. Se aplica a la persona que tiene un aspecto penoso y lamentable, generalmente por estar lleno de heridas. Es una deformación de ecce homo (L y G; RG).

CEPA. F Planta de la vid. Parte del bulto o divieso. El nubarrón que presagia una tormenta, y del que se desprenden otras nubes más pequeñas (L y G).

CERANDA. f. Criba. Es una variante del clásico zaranda, definido así por Covarrubias: “Criba agujereada para limpiar el trigo, echándolo en alto y meneándolo de una parte a otra, para que salga el polvo y la paja”. Ya aparece el verbo acerendar, relacionado con este término, en los Diálogos familiares de agricultura cristiana de Juan de Pineda: “Y supuesto que la doctrina evangélica es la simiente acerendada por los santos fundadores de las religiones...”. Están ambos términos muy extendidos por Tierra de Campos y por todo el ámbito lingüístico del antiguo leonés. Así, en Villalpando, Agapito Modroño utiliza el sustantivo en el siguiente texto: “Preparemos las cerandas, la aventadora de los recuerdos y en la próxima crónica nos juntemos en la era para celebrar las limpias” (Crónicas..., p. 44). Pero también he hallado testimonios del uso del verbo acerandar en la Esfinge maragata de Concha Espina: “Olalla y Romana siegan sus panes y los ajenos, hacen gavillas y manojos, acerandan y criban, mueven el trillo, el bieldo y el calomán”.

CERANDÓN. m. Esta palabra se aplica a las personas inclinadas a moverse mucho de un lugar a otro sin tener motivos aparentes para tales desplazamientos. Sin duda, se aplica este calificativo a tales personas por los continuos movimientos que hay que realizar con la criba cuando se ahecha el cereal (L y G).Téngase en cuenta también que en nuestro idioma el término zarandillo ha experimentado idéntico proceso metafórico. Por otra parte, cerandón, en algunos lugares del dominio lingüístico del leonés como Villacidayo, es un vocablo que alude a una criba con los agujeros más grandes que los de la ceranda. Martín Calero emplea la variante zarandón: “en el molino, había tramoyas para recibir el grano. Zarandas y zarandones para su limpieza” (op. cit., p. 112).

CEREAR. Intr. Aplícase este verbo para referirse al color que van tomando los cereales  en el mes de mayo y junio cuando van pasando de verdes a secos: “Eran espectadores y protagonistas del grandioso espectáculo en las mañanas azules de mayo, cuando cerean las mieses, cuando vuelan incansables los vencejos, cuando la llanura se alegra con mil trinos. De las noches de helada en enero, cuando las estrellas se tiran a uno de puro rutilar y hacen inevitable el cobijo, el calorcico del tálamo nupcial” (AM, Charlas..., p. 86). Véase cereño.

CEREÑO. adj. Este adjetivo se aplica a los cereales cuando van tomando el color de la cera. También se emplea el adjetivo amanzanados, antes de haber llegado al punto de madurez suficiente para poder ser segados (L y G, en Villalpando; GR, en El Bierzo; Iribarren, en Navarra).

CERMEÑO. m. Pera pequeña muy aromática y sabrosa. El DRAE recoge cermeña y cermeño, pero para este último da la acepción de ‘especie de peral’ y para cermeña la de ‘fruto del cermeño’.. En Villalpando también se emplea el vocablo en sentido metafórico para aludir a alguien torpe, tonto.

CERNADA. f. Ceniza. Aparece en sorber cernada  (L y G). El significado de la expresión puede provenir de las largas tardes de invierno en las que no se podía hacer otra cosa que dejar pasar las horas aburridos junto a la lumbre..

CERNADAL. m. Tierra del color de la cernada o ceniza. Se trata de un terreno muy fértil por ser muy rico en abono (L y G). García Lomas también recoge el vocablo con la acepción de ‘tierra muy trabajada y suelta, como si fuera ceniza o cernada’.

CERNADERO. m. Lugar donde se depositaba la ceniza. Paño de cocina basto. Se emplea también esta palabra como segundo término de una comparación, con la que quiere enfatizarse la suciedad de algo o alguien. Evidentemente, está relacionada con cernada. Como es sabido en los Siglos de Oro se utilizaba la ceniza para hacer lejía; pues bien, el cernadero era un lienzo grueso que se ponía sobre la ropa lavada para colar el agua en que había hervido la ceniza a fin de fabricar esa rudimentaria lejía. Obsérvese su uso en esta cita de El Quijote: “Entró Sancho en la sala, todo asustado, con un cernadero por babador, y tras él muchos mozos, o por mejor decir, pícaros de cocina y otra gente menuda, y uno venía con un artesoncillo de agua, que en la color y poca limpieza mostraba ser de fregar; seguíale y perseguíale el de la artesa, y  procuraba con toda solicitud ponérsela y encajársela debajo de las barbas, y otro pícaro mostraba querérselas lavar”  (edición de Martí de Riquer, Barcelona, 1971, pp. 779-780).

CERRO. m. Lomo del surco. Procede del latín cirrus ‘rizo, copete, crin’ y después ‘pescuezo y lomo de los animales’.

CESTO. Torpe, de pocas luces. También se emplea esta palabra en la locución dormir como un cesto, que alude a que alguien duerme plácidamente, a pierna suelta.

CIERNA. f. La flor del trigo. Probablemente deriva de cerner por metáfora al relacionar el lanzamiento del polen por parte de las plantas con el polvillo que se levanta al cribarse los cereales. La expresión en ciernes está emparentada con este vocablo.

CINCHO. m. Cinta trenzada con esparto, o una planta, en Villalpando, llamada “barcea” que, enrrollada a mayor o menor diámetro, se utilizaba como molde para hacer el queso (L y G). MU da para el término la acepción de ‘utensilio para hacer el queso’, y Lamano la de ‘encella’. Obsérvese el uso del vocablo por parte de Martín Calero: “Hacían el queso en cinchos de esparto y se prensaba con tablas redondas y piedras” (op. cit. p. 34).

CINTAS. f. Esta costumbre, que se practicaba el Domingo de Carnaval, y que ya se ha perdido, al menos en Villalpando, la describe perfectamente DE: “Tradición que venía celebrándose el primer domingo de Cuaresma. Se corrían con caballos. Las cintas llevaban una anilla que sobresalía de una especie de cajón colocado a una altura conveniente. Pasando al galope por debajo del cajón había que meter un punzón por la anilla y llevarse la cinta prendida. Las corrían los quintos y cada participante se costeaba las suyas, generalmente tres, que luego se llevaba cogiera o no. En cambio, la llamada del Premio, que era más ancha, la pagaban entre todos los participantes y se la llevaba el que la cogía”.

CIRUTO. m. Miedo, pavor. Creo que puede tratarse de una variante de cerote, palabra, que en su sentido recto, tiene la acepción de ‘masilla o pasta, compuesta de pez y aceite, de que usan los zapateros para untar o encerar los hilos con los que cosen los zapatos’, que ha dado lugar a la trasladada que trascribo a continuación tomada del Diccionario de Autoridades: “Suele significar el miedo grande con alusión poco limpia al efecto que a veces ocasiona el temor”. En este mismo sentido, DE recoge cerote ‘primer excremento del recién nacido’.

COBARDE. adj. Tímido. No se opone, por lo tanto, a valiente, sino a desenvuelto. También recogen el término GG y MU, que además señala que en la obra de Lope de Vega Peribáñez y el comendador de Ocaña se emplea con esta acepción, pero no indica los versos de la comedia en que se puede documentar.

COCER. intr. Se emplea en la frase cocer la tierra, que alude a la acción de enriquecerse el terreno como consecuencia de haber sido arado con objeto de que las plantas al pudrirse se conviertan en abono vegetal: “Siempre hay alguna cosilla que hacer, nos contesta, pero no de aradera, salvo alguna finca que otra que se revuelve a trashoja y que va destinada a sembrarla de legumbre. Porque así cuece la tierra hasta que llegue el momento de los tardíos” (AE, p. 13).

COCIDO. adj. Se emplea esta palabra como elemento ponderativo para enfatizar que alguien tiene gran cantidad de algo (L y G, DE): “Tu padre está cocido de dinero”.

COCO. m. Se llama así a cualquier gusano de pequeño tamaño. El DRAE lo recoge con la acepción de ‘gorgojo’. Sin embargo, Autoridades da una definición menos precisa: “Cierto gusanillo o especie de polilla que se cría o introduce en las semillas o frutas, y las daña de manera que no pueden servir”. Asimismo, Francisco del Rosal, al comentar su voz bermejo, indica lo siguiente: “Un gusanillo de que se hace la grana; y de aquí bermellón, de donde cualquier gusanillo llamamos coco, que es el nombre de la grana en griego y latín”. Por su parte, García Lomas también da un significado más general que el señalado por la Academia: ‘insectos cuyo verdadero nombre desconoce el pueblo’.

COCOTE. m. Variante de cogote: “Está más duro que el cocote de un perro” (AM, Crónicas..., p. 35). También existe cocotazo para referirse a un golpe dado en el cogote. Sara García Bermejo también recoge el vocablo.

COCHERO. adj. Aplícase este adjetivo a las legumbres que se cuecen con facilidad. El término deriva del antiguo participio irregular del verbo cocer, cocho, y este, a su vez, proviene del participio latino coctus.

COGER. tr. Salir al campo a buscar plantas y matojos para echar de comer a los animales domésticos. La modesta cosecha que se conseguía como resultado de esta operación recibía el nombre de cogido: “En el corral había gallos, huevos y conejos (estos bastante abundantes, los conejos ya parían como ahora, no había mixomatosis y el alimento, gramas y cogido,era gratuito)” (AM, Crónicas..., pp. 95-96). Juliana Panizo recoge cogido ‘hierbajos con que se alimenta a los conejos’.

Comentario: También se emplea este verbo con la acepción de ser fecundada una hembra: Está preñada. Hace días la cogió el conejo.

COLADERO. m. Paño de cocina basto. Probablemente era sinónimo de cernadero, pues tendría como referente el paño que se usaba para colar la lejía rudimentaria que se hacía hirviendo ceniza en el agua. V. Cernada.

COLAGA. f. Desagüe de los corrales (Villalpando). SL recoge en Salamanca con la misma acepción colaca y colaga, y Juliana Panizo, Domínguez Escarda y Gerardo González dan cuenta en Tierra de Campos de la variante colagua. Ya figura el término en Francisco del Rosal, que, muy certeramente, lo deriva de cloaca: "El albañar, como cloaga, del latin que la llama cloaca".

COMPONEDOR. m. Artesano, generalmente ambulante, que reparaba cacharros de barro, vasijas metálicas, paraguas y otros objetos de este jaez: “Podemos considerar el componedor como una variante del oficio de hojalatero. Ya no lleva alforjas de lona, sino una caja de herramientas colgada del hombro mediante correa de cuero. A la espalda cargará con informe montón de latas viejas de escabeche y rotas cazuelas de porcelana no pudiendo faltar el varillaje de lo que fue un paraguas” (AE, p. 217). También se emplea este vocablo para referirse al labrador encargado de colocar en el carro las gavillas de espigas que le entrega el purridor: “Colocar el bálago requería su técnica, requería la habilidad de los buenos componedores” (AM, Crónicas..., p. 43). RG, AE y GB recogen la variante ponedor, definida por el primero de la siguiente manera: “Obrero a las órdenes del carrero para la labor de cargar el carro, colocando en él la mies que le entrega aquel”.


COMPONER. tr. Aliñar las ensaladas, verduras y legumbres. Molinero Lozano recoge en Sayago componer ‘condimentar la comida’ y compostura ‘condimento’. Colocar la mies, el bálago, en el carro.

CONSONANTE. Se sigue empleando, entre otros A.M., con mucha intención, en la locución: "ir al consonante", para, después de un prólogo, exposición o divagación, referirse a la parte sustancial de la exposición. "Te voy al consonante: fue Bruno quien mató al pañero".

CORACHA. Aparece en la expresión fumar como una coracha, que se aplica a los fumadores empedernidos. Recuérdese que coracha primitivamente alude a unos sacos de cuero que se empleaban para trasportar tabaco, cacao y otros materiales procedentes de América.

CORDERAJE. m. Conjunto de corderos. En Chile este término se usa como sinónimo de borregada.

CORRA. f. Circunferencia que se hacía con los sarmientos de la vid para sujetar las cancillas o teleras. El DRAE lo recoge con la acepción de ‘arillo de metal’ y señala que es un vocablo característico de León. Sin embargo, SL deja constancia de su uso en Salamanca, y da la siguiente acepción: “Correa que se saca de tronchar una varita de torvisco, y tirar del tallo pelado. Se usa como cuerda para capar los carneros o para atarla al rabo del cordero que tiene diarrea”.
CORRIGÜELA. f. Correhuela. Es una variante fácilmente explicable por la vacilación existente entre las vocales i/ e en posición protónica, y por la tendencia popular a desarrollar una velar oclusiva sonora delante del diptongo ue.

CORTADOR. m. Carnicero. Aparece en una edición de 1720 de la novela picaresca del siglo XVII La vida y hechos de Estebanillo González: “Recibía la carne, metía las manos en la faldriquera y los ojos en el rostro del cortador; y en viéndolo ocupado en llamamientos de alguaciles o en partición de tajadas, bajaba todo el cuerpo, encubríame entre la bulla, fingía haber perdido algún dinero, y agachándome, como quien andaba a caza de luganos, salía a lo raso y ganaba los perdones de quien hurta a ladrón” (op. cit., pp. 223-224).

CORUJA. f. Lechuza. El DRAE lo recoge sin dar ninguna explicación sobre la extensión de su uso ni sobre su etimología. Según la creencia populr este animal tiene una gran afición por el aceite y aprovecha el menor descuido de los hombres para bebérselo.

COSCARÓN. m. Residuo muy frito que queda después de derretir la manteca de cerdo en la sartén (L y G, en Villalpando; Fernández Duro, en Zamora; IS, en Medina del Campo; DE en Villanueva del Campo; GG, en Pajares de la Lampreana; FY, en Benavente): “En la matanza desurdía y lavaba las tripas, derretía las mantecas, sacaba torreznos y coscarones” (AM, Memorias de un torero, p. 14). Francisco del Rosal en su voz coscorrón comenta: "Como cascarrón, porque suena en el casco. Y así llaman coscorrones a los chicharrones, porque suenan entre dientes como casquillos secos".
COSCO. m. Membrana del trigo que está más cerca del grano. Para Luis Cortés y Vázquez ‘vaina de las  legumbres que se da de comida a los puercos’. Por su parte, Emilio de Lorenzo registra cosca ‘vaina que se encuentra en los garbanzos, habichuelas y otras leguminosas’, y cosco ‘hojas que envuelven las espigas del maíz’.

COSCORUDO. Se aplica este adjetivo, sobre todo a la corteza del pan, o a cualquier alimento que se ha vuelto muy duro (L y G, GA, DE). IS registra la variante coscorrudo, e indica que se utiliza para referirse al pan duro, o al pan excesivamente seco, aunque sea reciente. Por su parte, DE recoge la siguiente acepción ‘lo que se queda duro y áspero. Un cuero muy seco, tela endurecida por la suciedad o por cualquier otro motivo’, y señala la existencia del siguiente dicho: “Está más coscorudo que el alma de Judas”. GG recoge coscarudo ‘áspero, reseco’.

COSTALEAR. tr. Trasportar el hombre los costales cargados de grano (L y G; JP): “Habíamos costaleado la buena senara en la panera del mesón que daba pa la era, en las afueras del pueblo” (AM, Víctimas de la Guerra Civil en Villalpando, p. 169). Deriva de costal.

COZUELO. Se emplea en la expresión tener cozuelo, que alude a que el grano de trigo es débil y no puede romper el cosco, es decir, la membrana que está más próxima a él. Es evidente que cozuelo tiene que ver con corzuelo, término con el que se alude a la porción de granos de trigo que, por no haber desprendido la cascarilla al tiempo de trillarse, se separa de los demás cuando se ahecha, según Corominas.

CRACO. adj. Dícese del niño o persona de baja estatura y ruin.

CRIQUERO. Adj. Protestón, pamplinero (L y G, en Villalpando; GF, en Toro; Lamano, en Salamanca). Por su parte, Llorente Maldonado recoge también en Salamanca crique y criquero ‘inútil’, ‘afeminado, mariquita’ y en el castellano de Galicia se usa cricas con la acepción de ‘llorón’, según Corominas. El término parece estar relacionado con crica ‘órgano sexual femenino’ ya en Nebrija.
CUARTERÓN. m. Contraventana. Lo registra el DRAE, pero no señala la extensión de su uso.

CUARTILLA. f. Medida de capacidad para el vino. Equivale a la cuarta parte del cántaro (4 litros).

CUCAR. tr. Burlarse, mofarse de alguien, con alguna voz o sonido pronunciado por detrás sin darse a ver el cucador.. El DRAE recoge esta acepción como desusada y característica de León y Salamanca, pero no explica nada sobre su origen. Por mi parte, me parece que este origen se encuentra en el grito cu, cu, que se profería para zaherir, motejándolos de cornudos, a los agricultores que iban retrasados en el desarrollo de sus tareas.

CUCÚS. m. Abubilla (L y G, IS). En Villalpando se usa la expresión oler a cucuses, para dar a entender que algo o alguien huele muy mal. También se designa con este apodo, en plurarl, a los naturales de Tapioles. Ya Covarrubias comenta sobre este pájaro: “Es ave sucia que se recrea en el estiércol”. En lo mismo abunda Autoridades: “Es ave sucia y de mal olor, de voz desgraciada y triste, pues su canto se reduce a solo bu, bu, bu, de donde es natural venga su origen”.

CUERDAS. f. Cortina de lluvia que se ve a cierta distancia desde lugar donde aún no llueve. (L y G, DE). Suele usarse en plural.

CUIDO. m. Cuidado, en especial el que es preciso tener con la alimentación que se da a alguien: “Yo estaba a lo que estaba, al ganado, que no solo es el cuido de las ovejas, sino el daño que pueden hacer  al campo si se las deja solas” (Delibes, Castilla habla, p. 89). Es un derivado regresivo de cuidar. El DRAE recoge cuida con la misma acepción y  señala su carácter arcaico. García Lomas registra nuestro término con la significación de ‘cuidado’ y señala que puede ser un andalucismo de origen jándalo. También da cuenta de su uso en Tierras de León SD.

CULEBRINA. f. Se emplea en sentido metafórico como sinónimo de relámpago. AE usa la variante culebrilla: “Una culebrilla rasgó las entrañas de la nube y se desató la tormenta sembrando el miedo y la angustiosa inquietud entre las gentes” (AE, op. cit., p. 63). Ya Terreros comenta lo que sigue sobre culebrina: “Llaman también a los fuegos, cohetes, relámpagos, que forman una especie de camino retorcido, como el que hace la culebra”.

CUNCUMINA. Adj. Dícese de mujer pequeña, menuda, delgada, medio encogida y enfermiza.

CURRO. m. Pato. El DRAE registra el término como propio de Asturias y León, pero está más extendido, pues es de uso común en otras zonas, como Zamora o Palencia  En este sentido, es pertinente indicar que mi informante Luciano López García (en el año 2001, cuando contaba con 72 años) me aseguraba que en Villalpando las personas que tenían la edad de su madre utilizaban el apelativo curras, curras, curras para llamar a las gallinas, aunque lo voz más extendida en ese uso era el de "tes, tes, tes". También "pitas, pitas, pitas", al tiempo que se chacullaba la lata haciendo sonar el grano en la misma.